Editando a Chatwin: Una entrevista con Susannah Clapp

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Por Patrick Nixon
Traducción por Maria Tenorio

El año 2017 fue el 40º aniversario del libro de viajes de Bruce Chatwin, “En la Patagonia”. La idea del libro surgió cuando Chatwin se encontraba en Estados Unidos en una misión para el Sunday Times de Londres. De pronto, Chatwin decidió perseguir su antiguo sueño de escribir sobre la Patagonia. El resultado fue un libro épico sobre sus encuentros con lugareños tanto en Chile como en Argentina, y hasta el día de hoy continúa siendo la obra imprescindible para los viajeros de la región.

La tarea de editar el libro recayó en Susannah Clapp, quien en ese momento trabajaba para la editorial Jonathan Cape en Londres. Inmediatamente reconoció el texto de Chatwin como una pieza única de escritura. Después de haber trabajado en la casa de subastas Sotheby's, Chatwin tenía un talento especial para ver la belleza en las cosas más mundanas y resumirla en un estilo recortado pero hermoso, al estilo de Hemingway.
 
Editar el libro no fue tarea fácil. Clapp dice que el manuscrito era demasiado extenso y que era principalmente una colección de "viñetas" poco relacionadas. Pasó varios meses trabajando con Chatwin, tratando de decidir qué dejar y cómo transformarlo de forma coherente. El escritor fue receptivo al proceso de edición y el resultado ha sido aclamado como una pieza clásica de literatura que revitalizó el género de la escritura de viajes.
 
Susannah Clapp escribió un libro sobre la experiencia, titulado simplemente "Con Chatwin". Patrick Nixon, corresponsal de Patagon Journal, habló con Clapp mientras investigaba para realizar su artículo sobre Chatwin, incluido en el número actual de la revista ("Bruce Chatwin: En la Patagonia cumple 40 años"). Aquí hay algunos extractos de su conversación sobre la importancia del libro y su autor.
 
Nixon: ¿Cómo trabajaste con Bruce Chatwin?
Clapp: Bruce envió su libro a los editores Jonathan Cape, donde trabajaba como editora. Anteriormente él había presentado un libro sobre nómadas, que no había sido publicado. Yo escribí un informe donde reconocía su calidad, pero pensaba que necesitaba un poco de trabajo. Como consecuencia, me dieron el libro para editarlo.
 
¿Cómo era Bruce Chatwin como persona?
Él nunca dejaba de hablar. Tenía muchos apodos, como Chattybox. La primera vez que lo vi entró a la habitación, característicamente, como si fuera a atravesarla. Él tenía una tremenda sensación de energía. Era apuesto, todos mencionaban su buen aspecto. Eso sin duda influyó en la forma en que fue escrito el libro. Le encantaban sus trajes especialmente hechos a medida: pantalones cortos de color caqui y una chaqueta que hacía juego. Tenía una mochila hecha a medida con pequeños bolsillos donde afirmaba tener media botella de champaña y una lata de sardinas. También recuerdo que tenía un maravilloso traje azul verdoso.
 
Poseía una gran vivacidad, una entrega a alta velocidad, generalmente sobre algo que estaba escribiendo u estaba obsesionado. Por ejemplo, el color rojo. ¿Era rojo el color de Garibaldi, o evolución con llamas? Fue un discurso exuberante, exquisito y de gran alcance que llegó a muchas personas y quise que escribiera sobre él en algún momento. Es difícil recordar los detalles, porque a menudo uno estaba tan atrapado por la emoción de Bruce que no podía asimilarlo. Incluso la gente que era un poco escéptica con respecto a él estaba cautivada por su persona. Martin Amis dijo que había sido escéptico de antemano (sobre Chatwin) pero luego, cuando lo escuchó hablar, recordó cuán intensos podían ser los placeres de la conversación.
 
 
¿Cómo fue trabajar con él editando “En la Patagonia”?
Redujimos el libro a alrededor de un cuarto o un tercio. Cuando me llegó el manuscrito lo encontré muy largo, pero también tremendamente interesante página por página. Y muy original. Sin embargo, en realidad no tenías un motivo para pasar de una página a otra. Necesitaba algo de propulsión narrativa.
 
Entonces, pasamos un verano repasando el libro, día tras día. Ambos nos sentamos con una copia del manuscrito y mientras Bruce la leía me sentaba a marcar trozos que pensaba que debían cortarse. Las cosas que se cortaron se hicieron principalmente con el fin de obtener esta propulsión narrativa, no porque fueran malas. De hecho, miro algo del material que cortamos y ahora pienso por qué. Era solo que no encajaba cómodamente donde estaba.
 
La dificultad de leer con él en voz alta era que hacía que todo sonara tremendamente interesante. Él fue muy receptivo a la edición, que es atípica para los autores, y disfrutó el sentido de la conversación. A menudo se alegraba de cortar pedazos enteros. La dificultad mayor era que a menudo cuando se iba a su casa, al día siguiente regresaba con más agregados. Fue una lucha mantenerlo abajo.
 
Pero al final, creo que terminamos con algo que funcionó. La brevedad del libro coincidió con la brevedad de los capítulos y la brevedad de las frases y oraciones.
 
¿Crees que cambió la escritura de viajes?
Su libro fue completamente distintivo y creo que cambió lo que podría ser la escritura de viajes. Una pregunta separada quizás es si la gente lo siguió y lo imitó. Hay cualidades visionarias en su trabajo. Por ejemplo, las cualidades imaginativas que Bruce le dio al libro, y no creo que sea necesariamente ficción. Lo que quiero decir es que se lo tomó muy en serio como una pieza de escritura.
 
Creo que convirtió la escritura de viajes en un género en el que se podían discutir más cosas de lo que se había discutido antes. Sus memorias, su historia, su obsesión y sensación de estar en el extranjero. Curiosamente, muchos patagónicos en su libro no estaban en su país de origen. Creo que trajo una cualidad lúdica al género. El sentido de la paradoja y el sentido de oblicuidad, creo que le permitió capturar algo del espíritu del lugar. Lo que no le interesaba era capturarse a sí mismo. Y algunas personas lo han visto como una omisión. Paul Theroux ciertamente lo vio como una omisión y quería saber más sobre las dificultades de los viajes, etc. No creo que Bruce estuviera protegiendo su privacidad, pero era más bien una objeción estética.
 
¿Qué otra cosa crees que convirtió a Chatwin en un escritor tan extraordinario?
Para mí, lo más importante que hizo fue visual. No fue un accidente el hecho de que trabajó en Sotheby's y tuvo este gran regalo para ver si las cosas eran falsas o no. Creo que sus descripciones fueron especiales. Si miras la cantidad de colores que hay en la Patagonia, medias sombras de rojo, ocre, etc., son absolutamente notables. Tenía un fuerte sentido del paisaje.
 
También le apasionaban las cosas simples que la mayoría de las personas a menudo no notarían. Por ejemplo, estructuras de hierro corrugado. Él tenía una pasión por diferentes tipos de madera. Y le gustaban las cosas que no necesariamente estaban diseñadas para aparecer en galerías de arte.
 
A Bruce le gustaban las cosas que tenían una historia, que eran incidentalmente hermosas. Eso fue muy evidente en su prosa y en sus vívidas fotografías. En su casa tenía una maravillosa bandeja donde los pescadores de Estambul solían esparcir sus capturas, lo que era muy bonito cuando lo mirabas, pero Bruce lo vio como algo bello en lugar de algo práctico.
 
Creo que cualquiera que haya estado en contacto con él, miró las cosas de manera diferente después. El gran regalo que me dio fue la capacidad de apreciar las cosas sencillas.