Glaciares en bicicleta: ciencia, cicloturismo y fotografía

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 Frente al Glaciar Calluqueo.Frente al Glaciar Calluqueo.
 
 
Texto y fotos por Marcos Cole
 
Vestigios de un pasado remoto, los glaciares se han transformado en una especie de imán que atrae a exploradores, científicos y turistas. Reservas estratégicas de agua que entregan una serie de servicios ecosistémicos, estas masas de hielo, por su magnitud, formas y colores, representan uno de los hitos más importantes y cautivadores a lo largo y ancho de la cordillera de los Andes.
 
En Sudamérca, Chile es el país que posee la mayor superficie de glaciares (23.000 km2), pero la gran mayoría de ellos se encuentra en retroceso por varios factores. Los científicos estudian sus cambios a través de diversas técnicas, y una de ellas es la comparación de fotografías de diferentes años, evaluando así los cambios morfológicos experimentados por los glaciares. Esta técnica se conoce como repeat photography y permite dimensionar a escala humana el impacto del cambio climático en los glaciares.
 
Desde que tengo uso de razón me han interesado los glaciares, es por ello que estudié geografía y luego me convertí también en guía de montaña. Por varios años he estado ligado al mundo de la glaciología, participando como científico y montañista en muchas expediciones en Chile. Es en parte por ello que me propuse llevar a cabo un viaje fotografiando cada glaciar al que pudiera acceder en bicicleta. “Glaciares en bicicleta” fue el nombre del proyecto, una expedición en solitario que combina mi pasión por los glaciares, el deporte y la fotografía.
 
El objetivo principal de esta iniciativa es la elaboración de un catastro fotográfico de los glaciares de Chile con el fin de comparar estas fotografías con las tomadas en el pasado por diversos científicos y exploradores. Además, el proyecto se ha planteado como meta promover el uso de la bicicleta como medio de lucha contra el cambio climático.
 
 
Glaciar en el Valle Exploradores.Glaciar en el Valle Exploradores.
 
  
El viaje
En septiembre del 2017 tomé mi bicicleta y partí en busca de los primeros hielos. Durante seis meses estuve pedaleando desde el altiplano hasta la Patagonia, cruzando el país de mar a cordillera, desde las montañas del desierto de Atacama hasta el frío y lluvioso extremo austral del continente. Medio año de una travesía que se inició en Arica y terminó en Villa O’Higgins.
 
Por todo ese tiempo una bicicleta fue mi gran compañera de viaje. Comencé a pedalear desde Arica rumbo al Parque Nacional Lauca, lugar donde capturé las primeras fotografías de glaciares del proyecto. Tras una semana de pedaleo, y con un desnivel de más de 4.000 metros, llegué al lago Chungará. Allí pude contemplar y fotografiar los glaciares localizados en los volcanes Parinacota, Pomerape y Guallatiri, entre otros. El frío, el viento y la altitud fueron factores que no dieron tregua alguna y que marcaron profundamente la experiencia en Parinacota.
 
Tras retornar a Arica, continué mi pedaleo hacia el sur por la costa del norte de Chile. Los siguientes objetivos fotográficos se encontraban en la cordillera de los Andes, en las regiones de Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana. El viaje me llevó a pedalear en emblemáticas rutas de montaña, como el camino al Complejo Fronterizo Los Libertadores o a Farellones, un pueblo de montaña ubicado cerca de Santiago. También tuve la oportunidad de acompañar a un grupo de científicos a realizar mediciones glaciológicas en el glaciar Universidad, en la región de O’Higgins. A medida que avanzaba hacia el sur, la cantidad y el tamaño de los glaciares aumentaba. Durante los primeros tres meses de viaje ya había aprendido mucho sobre la gente, los glaciares y el cicloturismo, y aún me faltaba recorrer más de la mitad del país.
 
Continué pedaleando hacia los glaciares de los Nevados de Chillán y Antuco, para luego dirigirme en busca de los hielos de la Araucanía. El trazado de la ruta no se trataba simplemente de un cruce longitudinal, sino también de un constante subir y bajar de cordilleras y montañas, explorando lagos, bosques, cascadas y todo un mosaico de colores y formas que dan vida a los paisajes del sur de Chile.
 
 
Glaciar Leones.Glaciar Leones.
 
 
Al llegar a Puerto Montt, la ansiedad me quemaba mis piernas pensando en comenzar a pedalear en la Carretera Austral. Cruzando los lluviosos y tupidos bosques del Parque Nacional Pumalín y fotografiando una gran cantidad de glaciares, entre ellos el afamado ventisquero Queulat, llegué a Coyhaique, la capital de la región de Aysén. Un punto estratégico para abastecerme y prepararme para una de las secciones más remotas de la Patagonia.
 
Bordeando las destellantes aguas del lago Chelenko, o lago General Carrera, arribé a Puerto Río Tranquilo, lugar desde donde a diario decenas de turistas abordan lanchas que los llevan a las catedrales de mármol. Pero desde allí uno también puede tomar el camino hacia uno de los sitios más espectaculares de Chile para la observación de glaciares: el valle Exploradores. Son cerca de 75 kilómetros de ruta que bordean el límite septentrional del Campo de Hielo Patagónico Norte. Allí pude registrar enormes masas de hielo como el Exploradores y el Grosse, y una cantidad importante de glaciares innominados, muchos de los cuales cuelgan aferrados desde las montañas.
 
Siguiendo la cuenca del Chelenko, un poco más al sur me dirigí hacia el glaciar Leones, otra de las gigantescas lenguas que se desprenden desde el Campo de Hielo Norte. A esas alturas, mi bicicleta comenzaba a sufrir con el desgaste de los kilómetros y la dura ruta recorrida, pero más allá de una u otra avería logré llegar a Cochrane. Desde allí pedaleé hasta los pies de uno de los gigantes de la Patagonia: el monte San Lorenzo, de cuya vertiente oeste desciende el glaciar Calluqueo, el mismo que también fotografiara el padre Alberto María de Agostini en los años 40.
 
 
Campamento en Villa OHiigins.Campamento en Villa OHiigins.
  
 
El camino hacia el sur transcurrió a través de bellos y solitarios paisajes, cruzándome a ratos con las aguas libres del río Baker para luego internarme hacia el este en dirección al Campo de Hielo Patagónico Sur. A unos 40 kilómetros de Villa O’Higgins sufrí una caída que me dejó algunas heridas, y de la cual mi bicicleta tampoco salió ilesa. Pese a ello, a duras penas conseguí pedalear hasta el último poblado de la mítica Carretera Austral para marcar el final de la primera parte del viaje.
 
Próximo pedaleo
El proyecto “Glaciares en bicicleta” se ha transformado en un interesante cambio en mi forma de vivir: implicó adoptar un estilo nómade que me permitió viajar y trabajar entre glaciares. Un sueño hecho realidad, quizá impensado hace algunos años atrás. Pero todavía queda camino por recorrer. En octubre iniciaré la próxima fase de esta iniciativa, viajando hasta la región de Magallanes, en el extremo austral del continente, para después seguir hacia Argentina y otros países de Sudamérica en busca de nuevos glaciares por registrar.
 
Para mayor información, visita glaciaresenbicicleta.wordpress.com