Los Flamencos pueden parecer fuera de lugar en la Patagonia, lejos de las tierras tropicales donde usualmente los imaginamos, pero los flamencos chilenos (Phoenicopterus chilensis) son habitantes comunes en numerosos lagos y lagunas en el Valle Chacabuco en la Región de Aysén. Una población sustancial de flamencos se alimenta en la Laguna Seca, un lago poco profundo distante a 10 km de la administración por el camino hacia Argentina. Estas aves migratorias permanecen aquí durante los meses de primavera y verano, usualmente desde octubre a fines de marzo. El valle Chacabuco sirve de corredor hacia la estepa argentina al este, donde las aves vuelan en invierno en busca de climas más templados.
Los flamencos chilenos tienen una coloración rosada más intensa que el Gran Flamenco, pero más pálida que el Flamenco Caribeño, que está distribuido en Sudamérica desde el sur de Perú, y habita lagos salinos poco profundos. El flamenco chileno es un ave bastante grande, que de pie mide de 1,2 a 1,5m de altura y pesa entre 4,8 y 6 kg. Son aves gregarias, sociales, que viven en bandadas que pueden sobrepasar los miles de individuos, alimentándose, reproduciéndose y volando todos juntos. Pueden vivir en estado silvestre más de 50 años.
Otras especies de flamencos viven en el Caribe, África, al sur de Europa y sur y suroeste asiático. El nombre “flamenco” viene de la palabra portuguesa “chama” (llama en español), apropiada por el colorido plumaje del ave.
Al igual que otras especies de flamenco, el chileno pone un solo huevo en un montículo de barro. El pichoncito nace después de un mes. Ambos padres lo cuidan y alimentan con leche alta en grasa que producen en glándulas que recubren el tracto digestivo superior. Los nuevos flamencos se alimentan durante dos meses con esta leche hasta que sus picos estan suficientemente desarrollados para filtrar otros alimentos. Los flamencos jóvenes tienen plumaje gris, que se vuelve rosado una vez que comen plancton (fito y zooplancton). Éste contiene proteinas carotenoides que al digerirse les dan la coloración. Así, un color intenso indica buena salud y nutrición, haciendo que un macho sea más deseable para reproducirse. Para alimentarse, los flamencos sumergen su pico en las lagunas y bombean con su lengua rápidamente, arriba y abajo, para luego filtrar el contenido.
Como frecuentemente se ve en la superficie del suelo, los flamencos se paran en un pie, escondiendo el otro bajo el cuerpo. Al hacer esto conservan más calor, ya que ellos pasan muchas horas del dia en el agua fría alimentándose. Se paran además de cara al viento o a la lluvia, de manera que el agua no llega directamente a sus plumas.
Aunque los flamencos tienen pocos depredadores naturales, el flamenco chileno está en la lista de especies amenazadas y en vías de estar en peligro. El hombre representa su principal amenaza, ya sea por caza, pérdida de habitat o cambios en el sistema acuífero del cual dependen. Son vulnerables, ya que las bandadas dependen de pocas lagunas o areas húmedas, que son frágiles y frecuentemente se ven convertidas a usos antrópicos. Aquí en Valle Chacabuco tenemos la suerte de tener una gran población, estable y que puede descansar gracias a lo protegido de su hogar.
La autora Nadine Lehner es la directora de comunicaciones de la organización sin fines de lucro Conservación Patagónica.