Por Jimmy Langman, Traducido al español por Aleszu Bajak
Cuando recientemente llegué a la oficina de Canelo de Nos en Ancud, Chiloé, me recibió un cuarto lleno de residentes de la localidad, enojados ante la posibilidad de un parque eólico en su comuna. Expresaron sus inquietudes acerca del ruido de los molinos, la pertubación de un cementerio indígena, la contaminación de pantanos, las amenazas a las aves migratorias, y los impactos potencialmente negativos a Punihuil, plataforma de lanzamiento para visitar una colonía rara de pingüinos de Magallanes y Humboldt, una de las atracciones turísticas más importantes de la Isla de Chiloé. Un líder indígena local rechazó enfáticamente el plan para el parque eólico en la Bahía Cocotue en la costa noroeste de Chiloé: “Esta compañía no ha tomado nuestros opiniones en cuenta, ni a las comunidades indígenas ni a ninguno en este sector. No hubo proceso de consulto público”
Pero estoy aquí asignado por National Geographic News principalmente para averiguar qué le pasará al mamífero más grande del planeta, la ballena azul, quién utiliza esta bahía como uno de sus hábitat favoritos del hemisferio sur. Me da curiosidad explorar cómo los molinos en la tierra podrán afectar las ballenas en el océano. Es más: Por qué los grupos medioambientales, quienes normalmente defienden la energía eólica, están opuestos al proyecto. Barbara Galletti, una investigadora de mas que una decada con el Centro de la Conservación de Cetácea, es mi guía. Ellos no están opuestos a la energía eólica, ella me dijo, quieren ver más atención a la planificación de dónde se instalan estos parques eólicos.
En efecto, algunas ballenas podrían estar en riesgo por la construcción de parques eólicos en las costas y costa afuera, como podrán leer en este vínculo a mi artículo reciente en National Geographic.
Fotos gentileza Elsa Cabrera y Jimmy Langman para Patagon Journal