Al menos 70% de la industria salmonera chilena se encuentra en la Región de Los Lagos, pero debido a la alta contaminación en ríos y mares que ha dejado su producción, las empresas están migrando peligrosamente hacia los mares australes
Por Hector Kol
Nota del Editor: Lo siguiente es de la Edición 1
Fue en 1984 cuando comenzó la producción de salmones para exportación. Paulatinamente la industria comenzó a crecer, los paisajes costeros comenzaron a poblarse de jaulas y empezó una verdadera fiebre por este codiciado pez, multiplicando con extraordinaria rapidez en nuestras aguas. Dos décadas más tarde ya éramos el segundo productor mundial de salmón. Nada parecía detener esta industria que era un verdadero negocio redondo.
Hoy, las miles de jaulas siguen flotando en el mar, pero ahora vacías. Los salmones fueron muriendo por miles, dejando damnificada la industria, sus trabajadores y el medioambiente. ¿El responsable de la muerte de millones de peces? Por una parte, un virus llamado I.S.A. (infectious salmon anemia o anemia infecciosa del salmón), y, por otra parte, la incapacidad de los servicios estatales para impedir que los salmoneros introdujeran al país ovas infectadas con enfermedades y las introdujeran en nuestros sistemas acuáticos.
La llegada del virus
En Junio del año 2008, el Servicio Nacional de Pesca de Magallanes anunció la detección del virus ISA en dos ejemplares de salmones “reproductores” de un plantel de peces de la empresa Marine Harvest (Noruega), en el centro “Caleta Délano”, ubicado en el Seno de Última Esperanza, Región de Magallanes.
Este caso constituyó la primera detección del virus ISA en la Región de Magallanes y marcó la mayor evidencia del fracaso de las medidas de bio-seguridad tomadas por el Servicio Nacional de Pesca (SERNAPESCA) y las propias empresas para evitar la propagación de esta enfermedad mortal. En menos de un año, la enfermedad se manifestaba a 2.200 kilómetros al sur de su aparente origen en las Islas Chauques (X Región).
Ni SERNAPESCA ni la propia Industria Salmonera saben cuándo ni cómo esta enfermedad ingresó al país. Al anunciar la presencia del virus ISA en “Caleta Délano”, SERNAPESCA de Magallanes declaró que los salmones de Marine Harvest habían ingresado ya contagiados a este centro en el año 2006. Sin embargo, la Jefa de la Unidad de Acuicultura de SERNAPESCA, Alicia Gallardo, señaló sólo 24 horas después que estos salmones habían ingresado enfermos en el año 2005. Y en respuesta a estas aseveraciones, la empresa Marine Harvest publicó un comunicado donde se indicaba que los peces habían ingresado sanos y que se habían contagiado in situ.
La aparición del ISA en Puerto Natales también permitió revelar otras irregularidades que frecuentemente comete la Industria Salmonera en Chile.
El Centro “Caleta Délano” de ACUIMAG ocupaba una superficie 30 veces mayor que la autorizada y había desplegado en tierra estructuras sin autorización de construcción. Todo ello, delante de la Armada de Chile y del propio SERNAPESCA-Magallanes, incapaz de detectar que un centro era 30 veces mayor que lo permitido.
Por lo menos durante dos años, ACUIMAG ocupó agua de manera ilegal y por otros 5 años mantuvo estructuras ilegales en tierra, sin que servicio público alguno lo detectara o impidiera. Los errores cometidos por SERNAPESCA-Magallanes en este caso, motivaron una denuncia del Sindicato de Tripulantes SITONERS de Punta Arenas ante la Contraloría Regional de Magallanes, investigación que sigue en curso.
Tampoco se conoce el origen de esta enfermedad en Chile. Ha sido reiteradamente declarado, principalmente por SERNAPESCA, que no ha podido demostrarse la transmisión “vertical” del virus ISA, es decir, de padres (reproductores) a hijos (ovas). Sin embargo, las evidencias científicas surgidas desde el año 2007 en relación al origen de la enfermedad en distintos brotes en Noruega, apuntan más bien a comprobar la transmisión vertical de la enfermedad.
En Chile el salmón es una especie introducida que se cultiva a partir de ovas. No se importan alevines o smolts para ser cultivados. En las pisciculturas no se cultivan peces ya desarrollados, se cultivan ovas. La evidencia es rotunda respecto del origen de la enfermedad: en Chile no hay otra posibilidad de transmisión, ya sea por la presencia del patógeno en la superficie de la célula o de modo intracelular.
Las recientes declaraciones de Víctor Hugo Puchi, el principal accionista de AQUACHILE (la mayor salmonera de capitales chilenos) son totalmente acertadas cuando señala que “Chile no puede seguir importando enfermedades”. Opinión ratificada por la exposición de la M. Sc. de la Universidad Austral, Sandro Bravo, en un seminario donde la investigadora señaló que un 70% de las ovas de salmónidos importados son inviables para el desarrollo de smolts, como resultado de las enfermedades que éstas portan desde sus distintos orígenes.
Por otra parte, la mayoría de los expertos aseguran que la llegada del virus fue por falta de control sanitario. Las enfermedades en peces se transmiten cuando los peces están estresados y las jaulas muy cerca unas de otras. En otras palabras: sobrepoblación de peces. La salmonicultura chilena producía hasta 40 kilos de salmón por metro cúbico de agua, siendo 15 kilos lo recomendado por el SERNAPESCA y lo que las empresas mayoritariamente declaraban en sus Declaraciones de Impacto Ambiental con las que obtenían los “permisos ambientales” de funcionamiento.
Nuestro país no está preparado para regular a la salmonicultura intensiva. Se han ocupado sitios durantes dos décadas para la operación de balsas-jaulas salmoneras sin conocer la capacidad del medio acuático para absorber, reciclar o descomponer miles de toneladas de materia orgánica que generan los centros salmoneros cada año, así como cantidades desconocidas de toda suerte de productos químicos que se usan sin límite ni fiscalización en la salmonicultura.
Hoy, la mayoría de borde costero donde se desarrolla la acuicultura del salmón en Chile está contaminados química y biológicamente: los estudios de capacidad de carga debieron hacerse antes de instalarse las balsas-jaulas y no después.
¿Migración hacia la Patagonia?
El problema se está extendiendo hacia el sur. Una zona eminentemente turística como lo es Puerto Natales, con más de 100 mil visitantes cada año, tiene el Seno de Última Esperanza comprendido en una Zona de Vigilancia por el virus. Los fiordos alimentados por glaciares, donde acuden los turistas en busca de ambientes prístinos, sólo pueden visitarse, teóricamente, tras desinfecciones con productos tóxicos para el ambiente marino, como lo exigen las medidas sanitarias dispuestas por SERNAPESCA para evitar la dispersión de un virus que ya ha recorrido 2.400 kilómetros lineales de mar territorial chileno.
En la XI Región, la subsecretaria de Marina y la Comisión Nacional de Medio Ambiente ya han autorizado la instalación de 300 centros de cultivo. En la XII Región son 500 los centros de cultivos autorizados. Otros 3.000 centros de cultivo están a la espera de su autorización para funcionar en las regiones citadas. Todo esto, sin que se hayan exigido estudios de impacto ambiental ni las mínimas medidas sanitarias que eviten que el virus ISA se expanda a esta zona reconocida mundialmente por su belleza natural.
Debido a esto, pescadores, empresarios locales (especialmente operadores de turismo), estudiantes y organizaciones ciudadanas de Puerto Natales conformaron la “Coordinadora Social Patagonia sin Salmoneras” que, como primera medida, exige al gobierno establecer una moratoria a la expansión geográfica de estas compañías nacionales y multinacionales que intentan instalar sus jaulas de cultivo de salmón en la Región. También exigen que se declare una cuarentena en todo el Seno de Ultima Esperanza, donde se registró el virus ISA.
El turismo es uno de los sectores económicos con mayor crecimiento y perspectivas a futuro, especialmente el ecoturismo. Los gobiernos lo han alabado y defendido porque deja divisas, crea puestos de trabajos por miles y beneficia a toda la población. Magallanes es un fiel reflejo de esta tendencia: miles de turistas de todo el mundo llegan cada año a estas tierras ubicadas al fin del mundo para contemplar sus bellezas escénicas. Aquí turismo y ecología debe ser prioritarios antes cualquier expansión salmonera.
Hector Kol es un biólogo marino que ha estado trabajando en temas de la salmonicultura en Chile por más de dos décadas.