Nota del Editor: Este vídeo es parte de una serie de 4 videos que se publicará todos los lunes de este mes por el grupo estadounidense Ríos Libres.
“El Norte tiene el mejor potencial solar en el mundo. ¡En el mundo! Entonces, ¿por qué quieren represas en el Sur? Es una locura. Absolutamente una locura.” Un taxista me dijo estas palabras en mayo de 2011 desde el camino del Aeropuerto Merino Benítez hacia mi hotel en Santiago, y se quedaron conmigo desde entonces. Justo, un par de días antes, las autoridades chilenas habían aprobado el enorme proyecto de 10 mil millones de dólares llamado de HydroAysén --cinco represas en dos de los ríos más salvajes de la Patagonia—,a pesar de la lamentable calidad del estudio de impacto ambiental del proyecto y el hecho que la mayoría de los chilenos estaban en contra de las represas. La aprobación inmediatamente generó protestas a lo largo de todo el país—las protestas más grandes vistas en 20 años en el país.
De hecho, yo no estaba en la ciudad para participar de las manifestaciones. Había venido a Chile a presentar los resultados de un nuevo estudio de la NRDC sobre el costo normalizado de la energía en Chile. *NRDC había encargado que el análisis probara el argumento que había escuchado muchas veces en Chile: que las energías renovables eran muy caras para desarrollarlas a gran escala. Los resultados descartaron el argumento: mostraban que en Chile la energía de biomasa, biogás, geotermal, mini-hídrica, y eólica eran opciones que ya costaban los suficiente como para competir con energías convencionales-- carbón, diesel y grandes hidroeléctricas—en 2011. También probó que la energía solar en un par de años tendría un costo competitivo.
¿Cómo se relacionaba este estudio con HidroAysén? En todo. HidroAysén y otras grandes represas en la Patagonia dicen que Chile necesita la capacidad de 2.750 MW de HydroAysén para satisfacer las futuras demandas energéticas. Dicen que Chile no tiene otra opción viable.
Esto simplemente no es verdad.
Chile tiene una notable y abundante variedad de opciones energéticas. Los proyectos de energía renovables crecen mucho mas rápido de lo que muchos esperaban hace un par de años. A principios de 2009, la capacidad total de los proyectos de energías renovables no convencionales aprobados y propuestos que figuraban en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental del gobierno fue de aproximadamente 1.661 MW. De acuerdo al Centro de Energía Renovable de Chile, a fines de 2012, ese número había crecido a 10,328 MW. Cuando combinas las opciones renovables con los robustos esfuerzos de eficiencia energética, la flota existente de plantas de energía de Chile, la creciente presencia de gas natural licuado en el país y la idea de que HidroAysén es necesario desde el punto de vista de la oferta y la demanda pierde todo valor.
Parque eólico. Foto: James Q. Martin
Desierto de Atacama. Foto: James Q. Martin
Es necesario agregar que los recursos de energía renovable chilenos están localizados en todo el país: se dice que los desiertos en el norte tienen la mayor radiación solar del mundo; el viento sopla consistentemente a los largo de la línea de la costa; Los Andes corren la longitud interior de Chile ofreciendo un gran potencial geotermal y un pequeño potencial hidráulico. Las líneas de transmisión son necesarias para conectar estos recursos con la demanda—ya sea una mina de cobre, una ciudad pequeña o una de las dos redes eléctricas principales, pero el largo y la complejidad de estas líneas son de mucha menor proporción que la transmisión de 1.200 kilómetros de largo que HidroAysén necesita.
Lo que es más, la distribución natural de estos recursos es una red más estable que el modelo de HidroAysén, el que necesita enviar una enorme cantidad de energía al otro extremo de una larga línea, atravesando un territorio volcánico y tectónicamente activo. Chile ha sufrido suficientes crisis energéticas como para continuar dependiendo de los mismos tipos de suministro de energía.
Chile tiene una variedad de opciones que pueden ser utilizadas para cubrir futuras demandas energéticas sin construir grandes represas en la Patagonia, las cuales irrevocablemente irrumpirían el paisaje y la vida de las personas que viven ahí. Estas opciones ya tienen un costo competitivo y se están multiplicando día tras día. Están distribuidas, los que significa que ayudaría a establecer una red energética más estable en este país propenso a terremotos. Y son más sustentables, evitando el mismo tipo de impacto que las grandes represas crean inevitablemente.
La mayoría de los habitantes de Aysén lo sabe. La mayoría de los chilenos lo saben. Gracias al equipo de Ríos Libres la gente alrededor del mundo también lo sabe. Mi taxista en Santiago lo sabía hace dos años. Es hora que las compañías detrás de HidroAysén y el gobierno lo reconozca también.
Amanda Maxwell es la directora de los proyectos para Latin América en programa internacional de la organización Natural Resources Defense Council.