Nota del Editor: Este es el cuarto artículo de la serie especial de Patagon Journal, “Recorre Los Lagos” patrocinada por Sernatur Los Lagos.
Texto y fotos por Wayne Bernhardson
Traducción por María de los Angeles Barrera
Delimitado como un triángulo natural, el Lago Llanquihue es una de las áreas del sur de Chile más visitadas gracias a pueblos como Frutillar, con su encanto Alemán, y Puerto Varas, con su singular arquitectura, excepcionales hospedajes y lujosos restaurantes. Ambas ciudades tienen como vista panorámica al volcán Osorno, cuya cumbre nevada es muy similar al espectacular volcán Fujiyama en Japón.
Pero hay otra parte del lago que no es muy conocida: desde Puerto Octay - al final del lado norte - un nuevo camino pavimentado se desplaza por el sureste de la orilla del lago hasta llegar al pueblo de Ensenada, donde intersecta la carretera desde Puerto Varas.
Décadas atrás había visto este camino en el mapa, pero hace sólo un par de años decidí recorrerlo. Sin duda contaba con un hermoso paisaje, pero era muy angosto y de lento y difícil recorrido. Además, a menudo recibía cartas de ciclistas que me contaban de la cantidad de tábanos, esos grandes pero inofensivas insectos, que los perseguían mientras paladeaban por los cerros (estos disminuyen unas pocas semanas al principio del verano, la mejor época para hacer la ruta en bicicleta).
Ahora que el camino está completo - a excepción de un tramo de piedrecillas de 300 metros- he decidido recorrerlo nuevamente un viernes por la tarde. Empecé en Puerto Octay, donde la arquitectura del legado alemán es mucho mas elocuente que en Frutillar o Puerto Varas. Acá mi favorito es el histórico Hotel Haase y el balcón que circunda el segundo piso.
No comí en el pueblo, pero hice una breve parada en Casa Ignacio Wulf, otro ícono arquitectónico donde Lácteos Octay invita a los visitantes a degustar de quesos en su tienda. Luego me dirigí por la carretera hacia el sureste, por el primer segmento pavimentado, para enseguida tomar un camino de piedra a lo largo de la orilla de El Maitén, con la simétrica punta del volcán Osorno siempre a la vista. Sólo dos días habían transcurrido desde Navidad y a pesar de que estaba agradable, muy pocas personas disfrutaban de la playa, la que usualmente está repleta.
En medio de hileras de coníferas que dejan entrever la vista al volcán, la ruta continúa a través de un ganado de vacas lecheras y pastizales podados hacia Puerto Fonck – uno de los numerosos puertos que se emplazó a orilla del lago, en aquellos días cuando caminos de piedrecillas eran aún un sueño lejano. Me detengo para ver la cúpula y el restaurado cementerio de la iglesia Alemana –las lápidas llevan impresos nombres como Galle, Konrad and Opitz - antes llegar a la intersección pavimentada de Puerto Klocker.
En Klocker hay un viraje hacia La Picada, donde un sendero muy bien delimitado permite que exploradores puedan atravesar el noroeste de la ladera del volcán para llegar a Petrohué - en el Lago Todos Los Santos - punto de partida del popular ferry que cruza a Bariloche, Argentina. La ruta pavimentada se prologa hacia Las Cascadas, un pequeño poblado playero en el que esperaba almorzar, pero las fiestas de fin de año me jugaron en contra y solo encontré un pequeño bazar de alimentos abierto.
Mas allá de Las Cascadas no hay transporte público, pero la nueva ruta pavimentada – con una amplia vía para bicicletas – delimita el borde costero incluso en escabrosas áreas como Abanico, donde un hermoso puente colgante se dispone sobre el río. En el más ancho punto de la ruta me salgo del camino y dirijo mis pasos hacia el puente, justo cuando dos ciclistas brasileros provenientes de Ensenada llegan. Sin embargo, al poco andar decido regresar.
La ruta revela un afloramiento de columnas de basalto muy similares a las que he visto en el Postpile y Torre del Diablo en California, lo que incentiva mi parada. Las de Abanico no son tan monumentales como las de esta ciudad, pero su estructura poligonal me sigue fascinando.
Más allá de Abanico y a poco andar, la ruta conduce al Parque Nacional Vicente Pérez Rosales – el primer parque nacional de Chile – y a una serie de pequeños senderos que llevan a la cima del volcán Osorno, que desde este punto parece estar más cerca que nunca. Decido desviarme de la ruta del lago que lleva a Ensenada, por un pequeño e inclinado sendero que da a las faldas del volcán y cuya densa vegetación me hace sentir que estoy un túnel. Este mismo camino confluye en un centro de ski.
En verano los teleféricos acarrean a los excursionistas hacia los más altos sectores de la montaña, pero si no es de tu interés hacerlo, puedes disfrutar de una tarde gastronómica en uno de los dos restaurantes que hay, incluido el nuevo restaurant Nido de Cóndores. De otra forma y si tienes pensado un panorama distinto, desde Ensenada doblando a tu derecha encontrarás Puerto Varas o a tu izquierda a Petrohué.
DATOS UTILES
Es posible recorrer la zona en vehículo o bicicleta. El mejor momento para hacerlo es en primavera y a mediados o finales del verano. Si quieres hacer el trayecto en bicicleta, es recomendable no hacerlo al inicio de la estación estival, ya que los tábanos e insectos abundan. Debes estar preparado para enfrentar lluvias en cualquier momento, pero el verano sigue siendo la época más seca. Es posible tomar buses desde Osorno o Puerto Octay hacia Las Cascadas ( $ 1.200 / $1.500), pero no hay transporte público desde este punto a Ensenada.
Dormir: En Puerto Octay, Hotel Haase, pieza doble con desayuno $31.000 (www.hotelhaase.cl). Al salir del pueblo se encuentra Swiss-Chilean Guesthouse y Hostal Zapato Amarillo, donde la pieza doble con desayuno cuesta $34.000 a $38.000 ( www.zapatoamarillo.cl). Ambos hospedajes cuentan con restaurantes. La Cascadas tiene zona de camping y hospedaje muy básico. En Ensenada, el Hotel Ensenada es un clásico de a zona y las piezas dobles con desayuno valen alrededor de $53.000 (www.hotelensenada.cl)
Más información
Sernatur, tel. (56 64) 2234104, 2237575
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y www.sernatur.cl
Wayne Bernhardson es autor de Moon Travel Guides a Patagonia, Chile y Argentina, y miembro de Consejo Editorial de Patagon Journal. Viajando por la región por más de 30 años, previamente fue el autor las guías Lonely Planet sobre estas zonas.