Por Peter Hartmann
No solo el proyecto Río Cuervo es inviable, sino también sus dueños Glencore y Energía Austral dan señales de lo mismo. El 8 de octubre aparece una noticia en la prensa nacional informando de que Energía Austral reduce 70% de su personal, que ya había reducido antes, y sale su gerente Quiñones. En esa noticia figura también que la empresa tuvo una reunión con el ministro de Energía para informarle esta medida, aunque insisten en que continúan con su proyecto. A veces da la impresión que es el ministro el mas interesado en ese proyecto o al menos, es ese ministerio el que insiste en mantenerlo a flote en sus escenarios energéticos regionales exportadores con “hub submarino” e intentando incluir a esa empresa en la Comisión Regional de Desarrollo Energético. Así las cosas con el modelo neoliberal, en que los ministros se convierten prácticamente en embajadores de las empresas y corporaciones transnacionales de su rubro.
Y a propósito de megaproyectos de represas, es el gobierno argentino el que anuncia otro en el Río Santa Cruz, con involucramiento de capitales y empresas chinas. La verdad es que ese proyecto huele harto mal, no se sabe de evaluación de impactos ambientales, están en juego valores tales como uno de los destinos turísticos mas importantes de la Patagonia, que es el Glaciar Perito Moreno y demás hielos y parques nacionales declarados Patrimonio Mundial Natural por UNESCO. Lo más insólito es que el argumento que se da por el gobierno, es la necesidad de energía para los acondicionadores climáticos en el tórrido verano de la capital, Buenos Aires, distante a mas de 2000 kilómetros. Eso, porque si calienta tanto el sol ¡lo lógico es utilizar esa energía!
El otro megaproyecto argentino extraño, es el del trasvase desde el Lago Buenos Aires al “Acueducto multipropósito Río Deseado” que según lo que se lee en la prensa santacruceña, viene siendo propuesto desde el 2004 por la oposición, fue desechado por inviable y ahora reaparece impulsado por el gobierno, con hartas incongruencias y justo en época electoral. Entre los aspectos raros, vale mencionar el que el costo sería de 5.000 millones de dólares y que se esta buscando financiamiento chino o ruso. El ministro De Vido menciona que hay que “seguir trabajando en la formulación de la elevación del agua” en una altura no menor de 300 metros y por un lado se dice se elevaran 300 metros cúbicos (lo cual es harto) y otra fuente dice serían 3.000 litros por hora. Vale recordar que entre Argentina y Chile existe un Tratado Ambiental con un protocolo de Recursos Hídricos, en que ambos países se comprometen a efectuar un plan general de utilización antes de usar aguas de esa cuenca compartida. Plan que por lo demás, la Cancillería chilena y los que alegan ahora tampoco recordaron al estar en el tapete HidroAysén.
Y a propósito, esto nos recuerda el acueducto anterior, aquel del desvío del Río Fénix por ordenes del perito Moreno. Historia poco conocida y que viene al caso recordar. Fue Llwyd ap Iwan, explorador y colono galés de la “Phoenix Patagonian Mining Co.” quien propone en 1894 desviar un río que nace en la Cordillera Castillo y da una vuelta hacia el oriente, para, a la altura de donde hoy se encuentra la ciudad de Perito Moreno, volver hacia el lago. O sea, era parte de la cuenca hidrográfica del Baker. En enero a marzo de 1897 se efectúa la prospección y trabajo de ingeniería de un canal para desviar ese caudal hacia el valle del Río Deseado. La propuesta de Ap Iwan era de regar ese valle para colonizarlo. Sin embargo, era la época del litigio limítrofe entre Argentina, cuya tesis era del límite por las altas cumbres, y Chile, cuya tesis era la divisoria continental de aguas.
El perito argentino, Francisco Moreno, enterado de la propuesta de Ap Iwan y tras visitar el lugar en 1896, manda a su empleado Clemente Onelli a construir el canal en 1898. El desvío del río origino la protesta de la Cancillería Chilena y provocó gran tensión y hasta movilización de tropas y armadas. Por su parte, la explicación del perito Moreno fue que el canal no era para alterar la divisoria de aguas, sino que para “demostrar el poco valor de la línea divisoria de aguas como línea de fronteras”. La cuestión es que el famoso desvío del Río Fénix (bautizado así por Ap Iwan) finalmente solo cumplió una finalidad geopolítica, de hecho, el árbitro británico termino entregando incluso una parte del Lago Buenos Aires a Argentina, mientras en ese país se privilegiaban los grandes latifundios y concesiones al igual que en Chile. Y ahora, nuevamente, reaparece esto del acueducto (con mas agua), esta vez con otros o mas propósitos ¿inclusive irrigar (colonizar)? como abastecer a la minería y petróleo ($$) y ciudades del litoral (votos).
Finalmente viene al caso también recordar que fue Evan Roberts de la Phoenix quien descubre –explora y bautiza el Río Evans o su españolización Ibáñez en enero de 1895 y que el guía tehuelche Kengil hijo del cacique Galatch responde a Ap Iwan que el nombre original del gran lago bautizado por su “descubridor “Carlos Moyano en noviembre de 1880 como “Buenos Aires”, era Ingewtaik Gogunumunee. También vale recordar que lo conseguido por el perito Moreno fue gracias a su tenacidad, trabajo en terreno y de lobby, mientras el perito chileno, Barros Arana, trabajaba cómodamente en su escritorio santiaguino, enviando al geógrafo alemán Hans Steffen a hacer el trabajo en terreno y ante el árbitro.
Peter Hartmann es el coordinador de la Coalición Reserva de Vida en Aysén. Ha sido también el director regional del Comité Nacional de la Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF) desde 1989.