Energía 2050: Momento de opinar y planificar

Correo electrónico Imprimir
 
 
Por Camilo Rada
 
Hidroaysén, Isla Riesco, Alto Maipo, Puelo... muchos hemos salido a alzar la voz en contra de alguno de estos proyectos, lo que está bien, pero no deberíamos estar “apagando incendios”, esos proyectos tendrían que haber sido parte de un proceso de planificación energética a nivel país, con participación ciudadana y visión de futuro.
 
Recientemente finalizó el proceso participativo “Energía 2050”, que tiene por objetivo definir una política energética que guiará las decisiones y futuras leyes en la materia. Es crucial que se aprovechen este tipo de instancias para opinar, mostrar nuestros puntos de vista y así colaborar a la construcción del país que soñamos.
 
Por desgracia, a pesar de los esfuerzos de algunos, el proceso participativo brilló por su baja participación, solo 125 personas plantearon su opinión, es un mea culpa para la sociedad chilena, más susceptible a marchar por las calles que a documentarse, leer y emitir una opinión informada en el momento justo, para que en el futuro no haya que salir a marchar por las calles para detener proyectos que nunca debieron haber sido concebidos.
 
Una visión de futuro miope
Para ser justos y antes de las críticas, hay que reconocer que es una propuesta con muchísimas aristas positivas, principalmente reconocer la necesidad de una planificación energética a largo plazo, integración de los distintos organismos asociados a la planificación territorial, reconoce el rol de la ciudadanía, su preocupación por la sustentabilidad y cuidado de la naturaleza, establece la importancia de movernos hacia una matriz energética renovable y la importancia de las fuentes no convencionales.
 
Sin embargo, para ser una visión de futuro me parece que padece una fuerte miopía, y aunque señala esa cumbre a la que todos queremos llegar, no entrega los criterios necesarios para alcanzarla, al punto de que parece una utopía, inalcanzable e irreal.
 
Me explico: Energía 2050 plantea una visión de futuro idílica en todos los aspectos, producimos energía renovable, con baja producción de gases de efecto invernadero, alta penetración de fuentes no convencionales (solar y eólica principalmente), responsable con el medio ambiente y las comunidades. Pero al mismo tiempo plantea como una meta muy concreta que Chile al 2050 se encuentre entre los tres países con la electricidad más barata de la OECD, es decir competimos con 34 países1, entre los que está Estados Unidos, el mayor productor de petróleo a nivel mundial2, Islandia que produce el 29% de su energía con Geotermia3 y actualmente produce electricidad por menos de un tercio del costo que en Chile4, o Alemania que es un líder en tecnología y así la lista es larga. Actualmente tenemos aproximadamente 13 o 14 países por encima de nosotros en la lista de precios de la OECD5.
 
A mi parecer, Energía 2050 deja la puerta abierta para que la sustentabilidad y el bienestar social sigan postergándose – como siempre – en pos de la competitividad, sin generar ningún cambio real en la manera en que funcionan las cosas hoy en día.
 
Sin la tecnología de Alemania, la Geotermia de Islandia ni las centrales nucleares de Francia me parece que la única opción de Chile para estar en el podio de las energías baratas, sería sacrificar los aspectos sociales y ambientales, que están perfectamente descritos y justificados en la nueva propuesta, pero no serían más que bonitas intenciones.
 
Energía 2050 carece de una definición clara de objetivos y prioridades que permitan sortear a futuro las disyuntivas que generará la competencia entre sus distintos “Pilares”. Y como ellos mismos destacan, la población tiene una preocupación profunda y auténtica por los temas ambientales y sociales, y esas prioridades a mi juicio no se ven reflejadas en la propuesta.
 
Digo que Energía 2050 sufre de miopía pues hace falta una análisis serio de “capacidad de carga” es decir ¿Cuanta energía podemos producir responsablemente? Se señala del inmenso potencial energético del país, y se asume que debido a esto podremos satisfacer cualquier demanda energética en el futuro. Así se puede argumentar de que estamos muy lejos del momento en que no van a quedar más ríos que entubar, valles que embalsar o carbón que extraer sin incurrir en costos sociales y ambientales inaceptables. Puede ser que ese momento esté, en efecto, lejos aún, pero cuando aparecen con frecuencia proyectos del tenor de Hidroaysen, Puelo, Alto Maipo o la minas de carbón en Isla Riesco, tiendo a pensar de que no estamos tan lejos de alcanzar la máxima capacidad de carga de Chile para producir electricidad barata. Lo que no significa que a mayores costos y con inversión en tecnología se pueda producir mucha más energía.
 
Tal como está planteada, Energía 2050 da la señal de que Chile quiere ser el paraíso de la inversión extranjera y la energía barata. Lo que obviamente llama a aumentar la demanda y exacerbar el problema.
 
Chile tiene 756,102 kilómetros cuadrados, ni uno más y hay que internalizar la realidad evidente e indiscutible de que el crecimiento ilimitado en un territorio finito es imposible.
 
En lugar de gritar a los cuatro vientos que la energía el 2050 va a costar dos chauchas, me parece más razonable gritar que será sustentable, socialmente responsable, pero limitada. Si usted quiere tener una piscina temperada para el 2050... vaya averiguando como instalar paneles solares en su techo por que la energía que podemos producir responsablemente no alcanza para eso. Si quiere instalar una mina, pues bien, Chile le ofrece grandes riquezas, beneficios y estabilidad, pero la energía “cuesta lo que tiene que costar”.
 
No digo que estos cambios tengan que suceder ahora, pero el 2050 la generación de mi sobrino, ahora de 6 años estará pasando los 40 y estarán tomando el timón del país. Y me gustaría que cuando esa generación entre a la Universidad y estudie las leyes, vean que Chile aspira a más que ser el paraíso de la inversión extranjera, que por sobre eso está la responsabilidad para con su pueblo y su tierra.
 
Hace poco un amigo me contó que había conseguido el libro “Aconcagua and Tierra del Fuego” de Sir Martin Conway, en su primera edición de 1902 por 5 lucas, ¡la mejor compra! una joya por nada, me dijo: “quien me lo vendió no cachaba el valor del libro...” pero sin embargo, de seguro quedó feliz de poder vender ese libro viejo y roñoso.
 
Por mis estudios vivo desde hace cuatro años en Canadá, y al ver como se cuidan aquí los recursos naturales me hace creer que cuando sus compañías mineras se instalan a explotar el suelo chileno, tienen la misma sensación que mi amigo al comprar ese libro. La minería del cobre consume el 30% de la electricidad del país, y esa electricidad representa el 42% del costo de sus insumos estratégicos6.
 
La generación eléctrica distribuida es la meta a la que están apuntando muchos países desarrollados. Acá en el Norte se sueña seriamente con una transición a una matriz distribuida de energía solar y eólica de un 100%, con baterías en hogares e industrias para suministrar energía por la noche. Se construyen plantas capaces de almacenar 1 GWh, suficiente para una ciudad. Curiosamente esos sueños se basan en las riquezas de la Cordillera de los Andes, de donde viene el 96% del litio que importa EE.UU. (50% de Chile y 46% de Argentina) y nuestro país cuenta con el 19% de las reservas mundiales estimadas de ese mineral (7). Sin embargo no parecemos ser parte de ese sueño.
 
En síntesis:
En lo particular, la meta de encontrarnos “entre los 3 países OECD con menores precios promedio de suministro eléctrico”, socava todas las demás metas en los aspectos ambientales y sociales, y debería ser eliminada.
 
Deberían establecerse medidas de apoyo estatal e incentivos económicos que favorezcan la generación distribuida y el desarrollo de otras fuentes de energías renovables no convencionales como geotérmica y mareomotriz entre otras.
 
En lo general, debe establecerse y asumirse de forma clara y explícita, la voluntad de aceptar el costo asociado a la producción de energía limpia, sustentable y responsable social y ambientalmente. A pesar de las consecuencias negativas que eso podría tener en la competitividad de los precios de la energía eléctrica de Chile.
 
Leer la propuesta completa visiten Energía 2015.
 
Mundo-renombrado alpinista Camilo Rada es glaciólogo y fundador de UnchartedExpeNewsRada también es un editor contribuyente a Patagon Journal.
 
(4) http://www.or.is/vorur-thjonusta/ve... En islandés, traducida acá
 

 

 

¡Suscríbete hoy!

Featured Listings in Directory