Cochamó sobrepoblado

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(Foto: Carlos Gutierrez)(Foto: Carlos Gutierrez)
 
 
Nota del Editor: Republicamos este artículo de marzo de este año. Recientemente, los operarios turísticos y dueños de terrenos lograron aunar esfuerzos para que esta temporada exista un mayor control en la cantidad de gente que ingresa al Valle de Cochamó, limitando el número de visitantes a la capacidad que tienen los camping autorizados, es decir, esta temporada de verano los visitantes solo podrán acceder al valle reservando los camping autorizados en www.reservasvallecochamo.cl.
 
Por Ignacio Palma
 
La historia ya es conocida dentro del mundo outdoor nacional e internacional. Ubicada en un privilegiado lugar en la precordillera de la región de Los Lagos, la cuenca del río Cochamó cuenta con unas 30 mil hectáreas de bosque de selva templada, de tipo valdiviano, las que están rodeadas por cordones montañosos de paredes de granito, cuyas cumbres superan los mil metros de altura. Éstas han sido el paraíso para escaladores que buscan nuevas rutas en uno de los Big Walls más grande de Sudamérica.
 
Sin embargo, ahora un nuevo desafío se le presenta a este sitio al que muchos comparan con El Capitán de Parque Nacional Yosemite de California. Y no se trata de otro interés en desmedro de sus aguas o bosques, sino que del criterio de sus propios visitantes. A pesar de poseer múltiples atractivos naturales, como una docena de senderos habilitados y toboganes naturales -una serie de cascadas que pulen rocas de granito-, la alta cifra de turistas deseosos de realizar excursiones ha puesto a prueba tanto al medio ambiente como a todos los que se benefician de esta zona.
 
Colapso de visitantes
La Junta es el epicentro de este valle. Para llegar hasta allí, usualmente se debe caminar entre cuatro y cinco horas por un sendero público, que se inicia a 13 kilómetros al sureste de la comuna de Cochamó. Este mismo se extiende hasta la frontera con Argentina, a través del Paso El León, el que ha sido usado por habitantes de la zona, especialmente arrieros, hace más de 100 años. 
 
(Foto: Juan Pablo Contreras)(Foto: Juan Pablo Contreras)
 
Una vez en La Junta, es posible apreciar un lugar único de la Patagonia Norte chilena: Las carpas multicolores instaladas en los campings, contrastan con las grises y rocosas paredes que cambian su tonalidad de acuerdo a la postura del sol y se esconden según la cercanía de las nubes bajas. Alerces milenarios posan en las zonas de vegetación más altas, como escaladores arraigados eternamente en la roca. Varias tirolesas ayudan para que el visitante logre cruzar el río Cochamó hasta otro camping y muchos más senderos. 
 
En el último tiempo, la popularidad de esta localidad ha ido en aumento, especialmente entre los jóvenes chilenos que aprovechan las vacaciones de verano para visitarla. Según cifras de la Municipalidad de Cochamó, hace tres temporadas totalizaban unos 5 mil visitantes. Este año, se prevé una cifra mucha más alta: Hasta el momento superan los 11 mil afluentes. 
 
Pese a este repentino boom que favorece al turismo de la zona, su impacto medioambiental ha sido preocupante. De acuerdo a un estudio realizado en 2009 por la Facultad de Geografía de la Universidad de Barcelona, la capacidad de carga turística anual en el sendero La Junta debiera ser de 975, puesto que “presenta una alta erodabilidad y vulnerabilidad en cuanto a la pérdida de vegetación, debido al gran número de personas que lo transitan como vía de comunicación con Argentina, tanto a pie como a caballo”.
 
Esta situación se ha tratado de revertir durante esta temporada, pero ha sido inevitable, al considerarse como camino público internacional, propiedad de Bienes Nacionales. En total, hay unos 400 sitios disponibles entre los cuatro campings privados de La Junta. Sin embargo, de acuerdo a fuentes del municipio, cada día ingresan unas 150 personas registradas, excediendo su capacidad de carga, ya que en promedio sus estadías son de tres días, como mínimo. Y pese a que se recomienda hacer reserva previa y comenzar a caminar entre las 8:00 y 16:00 horas, hay visitantes que no obedecen, por lo que, una vez en La Junta, no hallan sitios para acampar. 
 
(Foto: Juan Pablo Contreras)(Foto: Juan Pablo Contreras)
 
Si bien hasta el año pasado era posible acampar gratuitamente en ciertos lugares cruzando el río La Junta (tributario del Cochamó), durante esta temporada Bienes Nacionales autorizó que estén bajo administración municipal. Es aquí, a un costado del sendero hacia los toboganes, donde Sebastián Fuentes y Adolfo Mancilla, representantes del municipio, se turnan para dormir bajo un gran toldo blanco en medio del bosque. La principal misión de ellos es evitar que acampen en aquella concurrida zona que, sólo en la temporada pasada, los arrieros debieron acarrear en sus caballos unas dos toneladas de basura, especialmente envases de alcohol, que los visitantes dejaron en el bosque y las riberas. 
 
Aunque ambos impiden que se acampe en el lugar, admiten que ya al atardecer están prácticamente obligados a solidarizar con quienes no encuentran sitio, autorizando a que pernocten sólo una noche a cambio de que realicen un trabajo voluntario al siguiente día. Entre las labores, destacan la recolección de basura, construcción de señaléticas, despeje de senderos, eliminación de fogones y que especialistas en materia ambiental den consejos mediante charlas. “Al final, algunos de ellos vienen con la intención de carretear, y terminan yéndose como expertos naturalistas, protectores del medio ambiente”, destaca Fuentes. 
 
Sin embargo, aún queda mucho por mejorar, especialmente entre los visitantes nacionales. De acuerdo a Mancilla, los extranjeros saben cómo comportarse cuando están en lugares como Cochamó, pero “el turista chileno se divide en un 50 por ciento que quiere descansar y el otro que desea venir a fiestas, a pasarla bien. Ese primer porcentaje planifica su viaje y estadía, pero el restante sale a acampar por primera vez. Les dan el dato de que hay glaciares, un río y toboganes; quieren la foto, pasarla bien y después volverse”, critica Mancilla. 
 
Tatiana Sandoval, presidenta de la Asociación de Turismo de Cochamó, comparte las opiniones de Fuentes y Mancilla. Hace nueve años tiene una empresa familiar junto a su hermano, Favián, llamada Southern Trips, que se especializa en cabalgatas por el valle. Esta cochamonina lamenta cómo el lugar ha cambiado drásticamente, desde su primera visita en el verano de 1998, cuando junto a un grupo de amigas eran las únicas personas en los toboganes, algo impensado hoy en día. 
 
A pesar de que los campings establecen horarios y restricciones al ruido durante la noche, Sandoval revela que igualmente existen bulliciosas juergas hasta altas horas de la madrugada, produciéndose un problema para sus propios clientes, quienes bajan descontentos al no poder dormir. “Claramente, el porcentaje que llega no es definitivamente alguien que quiera ir a disfrutar de la naturaleza. Suben su mochila, con mucho alcohol, se van a tomar todo el trago arriba, bajan al día siguiente o al próximo, y no hacen ningún trekking en el terreno. ¡Si quieren carretear, por qué van a caminar durante cinco horas para tomarse una caja de vino!”, exclama Sandoval.
 
(Foto: Juan Pablo Contreras)(Foto: Juan Pablo Contreras)
 
Planificación para la próxima temporada
Para Tatiana, la solución está en un mayor control, con ayuda de Carabineros, quienes, a través del OS-7 ya han notificado a 16 personas ante la Fiscalía por porte ilegal de drogas. Pero a su vez, admite que este año se han sentido sobrepasados por la cantidad de gente. La gremialista espera que a fin de temporada se realice una reunión con todos los actores involucrados del lugar, tanto públicos como privados, para que haya una planificación organizada para la próxima temporada, ante la creciente demanda de visitantes.
 
El alcalde de Cochamó, Carlos Soto, no ha estado exento ante este problema. Él espera que Bienes Nacionales nuevamente pueda autorizar la presencia del municipio durante la próxima temporada. Pero esta vez, “que el próximo verano podamos tener una infraestructura básica para que haya una avanzada de Carabineros y Seguridad Pública en ese sector. La idea es educar a la gente que llega y aplicar más normativas de las que están hoy en día”, aclara. 
 
En tanto, desde la Fundación Sendero de Chile dicen que urge un estudio de capacidad de carga actualizado, antes de generar cualquier otra propuesta, ya que las realidades son completamente distintas al trabajo que la Universidad de Barcelona realizó en 2009. Esta entidad ya ha trabajado en el lugar, tras ser parte del proyecto “Valle Cochamó desde la cordillera al mar” en el 2013, en el que se puso en valor el sendero binacional Paso Río Manso Villegas-Cochamó, el cual pasa por La Junta. 
 
La encargada de esta fundación en la región de Los Lagos, Gabriela Navarro, explica que un estudio como éste, “es muy necesario si se quiere hacer un plan de manejo del sector, el cual es sabido que es de carácter urgente para conservar este lugar y no lamentar a futuro el deterioro de unos de los sitios más importantes desde el punto de vista natural y cultural de nuestra región”.