La amenaza para los ríos de Chile

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Foto: Rio Baker. Jimmy Langman/Patagon JournalFoto: Rio Baker. Jimmy Langman/Patagon Journal

 
Por Nathalie Joignant

Nota del Editor: Lo siguiente es de la Edición 12
 
Los ríos y los humedales son las venas que llevan nuestra fuente de vida. En pocas palabras, hacen posible nuestra existencia. Además del agua, proporcionan servicios medioambientales a los seres humanos y a la flora y la fauna, entre ellos: alimentación, hábitat en biodiversidad, fibras naturales, insumos biológicos para medicamentos y material genético, forraje para el ganado, irrigación de campos para el cultivo de alimentos, materiales de construcción, espacios para la recreación y desarrollo espiritual, y control de inundaciones. Las personas se han asentado históricamente a lo largo de sus riberas, desde pequeños poblados a grandes ciudades. Pero actualmente, debido a la avaricia corporativa y la irresponsabilidad gubernamental, muchos ríos se están secando o están bajo inminente amenaza. 
 
A pequeña escala, la energía hidroeléctrica es una fuente de energía renovable. Lamentablemente, este argumento ha servido de excusa para patrocinar e instalar desde muchas pequeñas centrales en serie a grandes complejos hidroeléctricos, embalses e inmensas represas que destruyen el equilibrio de los ecosistemas. Estos proyectos no consideran la gestión integrada de cuencas hidrográficas u otras prioridades de uso, ni a las comunidades o el respeto de su cultura y estilos de vida.
 
También sabemos que el cambio climático ya está provocando una disminución significativa de los recursos hídricos y esto se intensificará en los próximos años. El Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) advirtió que el primer peak de los efectos del cambio climático –momento en que empezaremos a percibir los peores efectos del incremento en las temperaturas, incluyendo sequías, huracanes más feroces y precipitaciones extremas– será alrededor del año 2030. Es urgente implementar medidas de adaptación y prevención, y en ese futuro las grandes represas y centrales “de paso” quedan fuera de lugar y son hasta peligrosas.
 
Sin embargo, las políticas nacionales energéticas en Chile, que se iniciaron en 2016 y se definen como planes a largo plazo a partir de ahora hasta 2050, son negligentes. El uso de grandes proyectos hidroeléctricos se considera una de las fuentes fundamentales para el desarrollo energético futuro.
 
Existe otro camino. Chile tiene el privilegio de poseer recursos naturales para el desarrollo de energías sustentables a gran escala. Hay enormes campos solares en el norte, un extenso litoral para el desarrollo de energía de las mareas, las ventosas llanuras del sur son el lugar ideal para la energía eólica, y la tierra volcánica alberga una de las mayores reservas sin explotar del mundo de energía geotérmica.
 
Tenemos que recuperar los derechos de agua para todos los chilenos. Chile es el único país del mundo cuya agua está privatizada. Un primer paso para salvaguardar las venas de Chile es aprobar las reformas al Código de Aguas que están actualmente en trámite en el Congreso. El agua debe ser considerada un bien nacional de uso público y no un bien económico para la venta al mejor postor. Los recursos hídricos del país deben ir conectados con la propiedad de la tierra, destinados al uso y gestión de la comunidad. Del mismo modo, se deben proteger todos los glaciares, ya que de ellos nacen los ríos y son las fuentes estratégicas de abastecimiento frente al difícil periodo climático que ya está en curso. Finalmente, es necesaria una nueva constitución nacional que garantice la protección, provisión y acceso al agua para todos los ciudadanos y seres que dependen de ella.
 
Chile debe proteger legalmente sus ríos más queridos. Es necesaria una legislación similar a la Ley de Ríos Salvajes y Pintorescos (Wild & Scenic Rivers Act) de Estados Unidos, la cual protege a cientos de ríos para que fluyan libres y que los cursos de agua y su entorno inmediato sean protegidos para el beneficio y disfrute de las generaciones futuras. Una política similar en Chile podría ayudar a preservar ríos que están amenazados por represas, tales como, entre otros, los ríos Ñuble, Maipo, Puelo y Manso. Aparte de su valor estético, estos ríos proporcionan una gran cantidad de beneficios, recursos ecológicos y económicos a las comunidades y países vecinos.
 
Por nuestros hijos y para la vida, Chile debe proteger sus ríos y construir una economía de energía sostenible y responsable.