La voz de las montañas

Correo electrónico Imprimir
 Torres del Paine. Foto: Pelin AsfurogluTorres del Paine. Foto: Pelin Asfuroglu
 
 
Por Camilo Hornauer
 
En Chile tenemos la suerte de vivir al alero de la cadena montañosa más larga del planeta. La virtud más conocida de la cordillera andina es su majestuosidad y el atractivo turístico que ésta genera, con sus centros de esquí y los hermosos paisajes naturales que la rodean. Pero ese es un beneficio secundario, casi anecdótico, de los Andes. La cordillera esconde otra belleza, más profunda y vital, y quienes amamos la montaña tenemos la responsabilidad de cuidarla. Y para ello hay que darla a conocer.
 
Como habitantes andinos, el rol guardián de la montaña existe aún en nuestra tradición oral y es un legado compartido por todas las culturas antiguas. En el siglo XXI, la concepción de una montaña guardiana puede parecer sacada de un relato de Tolkien, pero curiosamente, la ciencia demuestra, a diario y con datos empíricos, que la montaña es el epicentro desde donde brota nuestra principal fuente vital: el agua.
 
Esa es la voz de las montañas que queremos comunicar, pues se trata de un secreto tan profundo y sencillo, que es casi inaudible para los humanos, que bullimos como hormigas a los pies de estas silenciosas gigantes. Estamos tan obsesionados con nuestros asuntos, que bebemos de su fuente sin darnos la molestia de conocer su ciclo. Y esta inconsciencia es la que nos lleva, torpemente, a vulnerar los delicados equilibrios que ellas protegen. 
 
 
Cerro San Lorenzo, Aysen. Foto: Jimmy ValdesCerro San Lorenzo, Aysen. Foto: Jimmy Valdes
 
 
Es fundamental detenerse en la dimensión humana y espiritual que se da en relación a la montaña. Aunque para algunos, la cordillera es solo una muralla, una línea o el límite que separa el país con la vecina Argentina, digamos un mero accidente geográfico, tiene sin duda alguna, una connotación de espacio social, tanto por los habitantes de montaña como por una creciente comunidad de personas que la frecuentan. Lamentablemente, lo anterior no está ajeno de impactos negativos e incluso irreversibles para estos frágiles ecosistemas.
 
La cordillera de los Andes es la columna vertebral del territorio chileno, por lo que es fundamental, que como país, tengamos una Política Nacional para las Montañas. Eso implica contar con el Instituto Nacional de Montaña y declarar bajo protección oficial la totalidad de la propiedad fiscal montañosa andina. En paralelo se debe contar con un programa de educación en uso y acceso consciente a espacios de montaña a la vez que se requieren incentivos para la conservación de ecosistemas alto andinos, junto con un catastro de  bienes nacionales en territorios de montaña, incluyendo información disponible sobre concesiones en ellos. De este modo podemos aportar para que las montañas sean reconocidas, en un futuro no muy lejano, como un elemento de identidad nacional, propendiendo a su conservación, cuidado, uso sustentable y propiciando el bienestar social, económico y ambiental de la población. 
 
El tema del acceso es otra de las aristas de gran complejidad. Chile cuenta con increíbles espacios cordilleranos, como el volcán Maipo en la zona central, al cual el acceso sólo es posible por Argentina. En la región metropolitana, un grupo de predios privados establecen una frontera interior, dejando incluso bloqueado el acceso a predios fiscales únicos por belleza y riqueza natural. Existen herramientas, como las servidumbres de paso y el derecho real de conservación, pero para implementarlas es necesaria la decisión política.  Como montañistas creemos que estos territorios –muchos de ellos en manos de privados- deberían ser considerados por la ley chilena como bienes de uso público, similar a lo que ocurre con el mar y el derecho de acceso a través de las playas nacionales.
 
 
Cerro San Lorenzo, Aysen. Foto: Jimmy ValdesCerro San Lorenzo, Aysen. Foto: Jimmy Valdes
 
 
Fundación Plantae es una organización de la sociedad civil -con sede en Valdivia- que tiene dentro de sus líneas estratégicas la conservación, el acceso y uso consciente a espacios de montaña.  Trabajamos con personas y comunidades –como agentes de cambio— para proteger estos frágiles ecosistemas y para fomentar el uso y acceso a estos territorios de una forma responsable, respetuosa, segura e inclusiva. Junto a organizaciones como Acceso Panam, revista Escalando y la productora de contenidos ambientales MVMT, trabajamos en la elaboración de los ocho puntos clave de la campaña “La voz de la Montaña”. Los que luego expusimos ante la Comisión de Zonas extremas del Senado. Recientemente organizamos, con el importante apoyo de la Universidad Austral, un seminario en el Congreso Nacional, donde logramos reunir y obtener compromisos de parte del Ministerio de Bienes Nacionales y del senador Antonio Horvath, presidente de la Comisión de Zonas Extremas del Senado, cuyo apoyo agradecemos enormemente. Gracias a este encuentro el Ministerio de Bienes Nacionales se comprometió a elaborar el catastro de predios fiscales en zonas de montaña. A su vez, el senador Horvath manifestó su apoyo por la creación del tan necesario Instituto Nacional de Montaña. 
 
Desde la Fundación consideramos necesario incorporar una definición de acceso y uso consciente. Es cada vez más común ver que grupos de escaladores organizan campañas de no deje rastro, convocan para ir a “limpiar” sitios de escalada, los que hasta hace unos años eran prístinos, y que la capacidad de carga esta sobrepasada y en muchos casos por visitantes inescrupulosos e inconscientes. Loables acciones, pero no revertiremos esto sino vamos a la raíz del problema: nuestra educación y nuestros valores.  
 
El ejemplo y las enseñanzas dadas por personas como Rod Walker, educador ambiental y apasionado de las montañas, son realmente una inspiración para creer y trabajar por una educación valórica al aire libre. La importancia y el valor de ello, se confirma al reconocer  que los recursos y el uso del ocio y la vida al aire libre van ligados al mayor nivel de bienestar de las personas y que la montaña es una importante fuente de recursos para el ocio. Una sociedad enfocada hacia el bienestar contempla esto, como una centralidad.
 
Estos son nuestros primeros pasos y directrices como Fundación, y esperamos seguir avanzando por esa huella, sumando cada vez iniciativas y comunidades, pues aún queda mucho sendero por recorrer hasta la cima. 
 
Camilo Hornauer es presidente de la Fundación Plantae.