El gran desafío delante para los parques nacionales de Chile

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Así como el Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Chile crece, también lo hacen los desafíos para proteger los recursos naturales mientras se intenta maximizar el disfrute de sus crecientes visitantes.
 
Por Cristóbal Pérez
 
Nota del Editor: La siguiente es la versión completa de un artículo de la Edición 16.
 
Cuando pensamos en parques nacionales, nuestra mente de inmediato nos transporta a lugares imponentes e indómitos, llenos de naturaleza y vida. Zonas de una riqueza enorme en términos de flora, fauna y paisajes, que la mayoría de las veces representan el sello identitario de un área geográfica en particular, y que en definitiva motivan a gobiernos e instituciones a realizar grandes esfuerzos de conservación.
 
En la actualidad, ya casi nadie cuestiona los beneficios sociales y económicos y de distinto orden que brindan los parques nacionales, y cada vez parece tomarse más conciencia en torno a su relevancia. “Miles de personas cansadas, nerviosas y sobre civilizadas están comenzando a darse cuenta que ir a las montañas es volver a casa; que ese salvajismo es una necesidad; y que los parques y reservas de montaña son útiles no sólo como fuentes de madera y ríos de irrigación, sino también como fuentes de vida”, dijo alguna vez el visionario naturalista estadounidense John Muir hace más de un siglo. Hoy, sus palabras parecen resonar con más fuerza todavía.
 
Los parques nacionales se han transformado en el mayor símbolo de la conservación, y a nivel mundial existe la tendencia a incrementar la extensión de tierras y mares bajo algún grado de protección, ya sea estatal o privado. Chile no está ajeno a aquella realidad, y en 2017 el país ha sumado un considerable número de áreas protegidas.
 
Tompkins Conservation donó 407.625 hectáreas al Estado de Chile, mientras que este anexó 949.368 hectáreas y así se crearán tres nuevos parques nacionales: Pumalín, Melimoyu y Patagonia. Junto con ello, se reclasificarán cuatro reservas nacionales como parques nacionales, creando el Parque Nacional Kawéskar y el Parque Nacional Cerro Castillo, y añadiendo las reservas nacionales Lago Cochrane y Lago Jeinimeni al nuevo Parque Nacional Patagonia.
 
Sin contar estos nuevos parques, que se encuentran en distintas fases de ejecución, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE) de Chile cuenta actualmente con 36 parques nacionales, 49 reservas nacionales y 16 monumentos naturales. En total, cubren cerca de 14,6 millones de hectáreas, una superficie equivalente al 20% del territorio nacional.
 
De la mano con los parques nacionales, el turismo se ha convertido en una de las industrias de mayor crecimiento en Chile. El número de turistas extranjeros se ha duplicado durante la última década, llegando a casi 4,5 millones en 2015. A este crecimiento se suma el aumento en el gasto diario promedio por persona, que subió de 43,7 dólares en 2001 a 64 dólares en 2015. Los números también han ido al alza en los parques nacionales, en total, tanto para turistas extranjeros como para chilenos, superando los 3 millones de visitantes en el año pasado.
 
¿Puede Chile afrontar el desafío de un creciente sistema de parques nacionales y al mismo tiempo abordar problemas persistentes que sus parques y reservas ya están experimentando?
 
Magdalena García, coordinadora de la Unidad de Análisis y Gestión Territorial de la Subsecretaría de Turismo de Chile, asegura que el crecimiento exponencial en el número de visitas a las áreas silvestres protegidas durante los últimos años exige una fuerte inversión para contar con mayor infraestructura y también para desarrollar otro tipo de experiencias. De no adoptarse medidas, los expertos advierten que los impactos van a seguir expandiéndose, reduciendo de forma drástica la calidad de las experiencias de los visitantes.
 
Todos los parques son diferentes, desde su geografía hasta la cantidad de turistas que reciben. Hay algunos que requieren mucha inversión, mientras que otros, menos conocidos y visitados, casi no requieren recursos. Asimismo, sitios con determinadas características son mucho más frágiles. "Un lugar como Torres del Paine, con más viento y con tormentas fuertes, tiende a tener más problemas con la erosión y compactación de suelo, y su biomasa no se renueva con facilidad", ejemplifica Karl Yunis, director de la Corporación Parques para Chile.
 
El ecólogo explica que estos lugares más frágiles están muy deteriorados en los sectores de uso público, lo que afecta no sólo la experiencia del visitante, sino también su estado de conservación. "Uno podría decir que por lo general aún hay tiempo para corregir la situación, pero la tendencia, y el pronóstico, no son positivos", sostiene.
 
El gobierno de Chile está liderando un Plan de Acción de Turismo Sustentable en Áreas Protegidas, trabajando —con un importante apoyo de Parks Canada— en proyectos de fortalecimiento de capacidades, de puesta en valor y de mejoramiento de la infraestructura habilitante y de información para visitantes. Junto con esto, la Corporación Parques para Chile ha creado un manual para la elaboración de planes de uso público en las áreas silvestres protegidas, que busca diversificar actividades, mejorar la calidad de atención de los visitantes e integrar la visión de distintos actores en la planificación.
 
 
Parque Nacional Villarrica. INSTITUTO DE TURISMO DE PUCÓNParque Nacional Villarrica. INSTITUTO DE TURISMO DE PUCÓN
 
 
Cómo redistribuir
Conscientes de la problemática que enfrentan hoy en día, en la Subsecretaría de Turismo parecen tener claros los lineamientos. "La prioridad nacional es mejorar la experiencia de los visitantes, no la cantidad. No queremos llevar más gente a algunos parques, pero sí nos gustaría aumentar en algunos que tienen pocas visitas", afirma García.
 
Existe consenso entre los expertos en que se debe generar una estrategia coordinada a nivel nacional y abordar aspectos como la visitación y distribución de los visitantes mes a mes para generar una estrategia de comunicación y de marketing. Esto tiene que estar acompañado por la infraestructura adecuada para no chocar con la conservación. Pero para abrir un área protegida durante todo el año los accesos tienen que estar en buenas condiciones, y Conaf (Corporación Nacional Forestal) administradora de las áreas silvestres protegidas del Estado, está lejos de tener la cantidad necesaria de guardaparques para mantener los senderos y puntos de atracción siempre habilitados. Se requieren grandes inversiones, y ahí radica el problema: dónde se obtienen los recursos.
 
En Chile se invierte aproximadamente 1 dólar por hectárea en los parques nacionales, muy poco si se compara con países como Costa Rica (30) o Perú (7), o si se toma en cuenta que muchos de los visitantes que ingresan al país lo hacen por turismo de naturaleza. Luis Infante, director regional de Conaf Los Lagos, detalla que los presupuestos van creciendo año a año. Sin embargo, según explica, la demanda para mantener funcionando los parques es tan alta que pareciera que nunca es suficiente.
 
Infante da cuenta de una realidad que genera cuestionamientos: "Todos los recursos que ingresan por concepto de entrada a los parques van a un presupuesto nacional que se distribuye después solidariamente a los otros parques". Para expertos como Yunis, los recursos deberían volver al parque que los generó. De lo contrario, las áreas protegidas que tienen muchos visitantes carecen de incentivo económico y ecológico. “La administración local no se motiva con el turismo porque no ven los beneficios", dice.
 
Con el fin de dar una nueva institucionalidad a la protección de parque nacionales —y así enfrentar mejor los desafíos que esto implica— existe un proyecto de ley que busca crear el Servicio de Biodiversidad y Áreas Silvestres Protegidas, que lleva tres años de tramitación en el Congreso. Ha tenido cientos de indicaciones y ha contado con la participación de diversas organizaciones, entre ellas la Fundación Terram, cuya directora ejecutiva, Flavia Liberona, cree que es un proyecto deficiente: "Necesitamos que el Estado ponga más recursos para la administración y gestión de las áreas silvestres protegidas en Chile. Eso es básico, y el proyecto de ley no hace mejoras sustantivas al respecto".
 
En 2017, el presupuesto de Conaf para administrar los parques nacionales fue de 17.500 millones de pesos. De estos, el Estado aportó casi mitad, y la mayor parte del resto procedía de los ingresos por operación (principalmente cobro de entradas). Pero el gasto en personal fue de 11.250 millones de pesos; entonces, el sueldo de los trabajadores ni es cubierto por el aporte fiscal, que para los expertos es lo mínimo que debiera pagar el Estado de Chile.
 
Esto sin considerar que de las 101 áreas protegidasexistentes en Chile, sólo 80 cuentan con guardaparques. Según un reportaje elaborado por el diario El Mercurio, las áreas protegidas sin personal suman 5.819.293 hectáreas, dos quintas partes de las áreas protegidas del país, y 1.330.591 hectáreas tienen un solo cuidador. Juntas suman el 49% del terreno total de áreas silvestres protegidas.
 
Hernán Mladinic, director ejecutivo de Tompkins Conservation, considera "el presupuesto asignado como un piso mínimo para echar andar esta iniciativa (de gestión de las áreas silvestres protegidas), a la que se deberán ir sumando nuevos recursos en el tiempo". Mladinic es un convencido de que mientras más se invierte en parques nacionales, mayores serán los retornos. De hecho, indicó que el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos ha demostrado que por cada dólar del presupuesto federal invertido en sus áreas protegidas, retornan 10 dólares a las economías locales.
 
El año 2016, cerca de 800 mil turistas extranjeros visitaron los parques nacionales de Chile. "Si un turista de intereses especiales gasta 125 dólares diarios de acuerdo con los cálculos de Sernatur (Servicio Nacional del Turismo), estamos hablando de que por ese día de visita a los parques nacionales, esos turistas dejaron en total 100 millones de dólares en la economía nacional, casi cuatro veces el presupuesto nacional de áreas protegidas de Conaf", explica Mladinic.
 
Otro elemento que entra en el juego son las concesiones, las cuales para la subsecretaria de Turismo, Javiera Montes, representan un aporte para ampliar la oferta en parques nacionales y complementar su administración. Sin embargo, para evitar que algunas áreas protegidas se sobrecarguen de servicios turísticos, es necesario seguir un plan de uso público para determinar la distribución y la cantidad de servicios que se ofrecen. El ejemplo clásico de la falta de planificación es el Parque Nacional Torres del Paine, donde según Yunis aceptaron demasiada infraestructura de servicios.
 
Al respecto, Mladinic señala que "hoy vemos contratos de concesión muy dispares unos de otros, con distintos niveles de exigencia, con distintos niveles de modelo de ingreso; yo creo que eso hay que revisarlo".
 
 
Laguna San Manuel, Parque Nacional Huerquehue. KARL YUNISLaguna San Manuel, Parque Nacional Huerquehue. KARL YUNIS
 
 
Propuestas y soluciones
Cómo se controla ese impacto es un desafío cada vez más difícil tomando en cuenta el aumento de visitantes. Probablemente habrá que implementar una capacidad máxima diaria, el uso de pulseras de control y un sistema de reservas online. De hecho, el verano pasado se inició un proyecto piloto en el Torres del Paine con un sistema de reservas porque la gente llegaba a los refugios del circuito "W" y había tal saturación de personas que excedía totalmente la capacidad de carga.
 
Magdalena García cree que un sistema así se vuelve imprescindible: "Todos los sistemas de parques del mundo con visitación alta lo tienen, eso asegura que puedas tener una buena experiencia, y también se facilita la gestión del parque porque sabes cuántos van a venir y dónde van a estar". El salto que viene también apunta hacia la inclusión, pensando en personas con capacidades diferentes, niños y la tercera edad.
 
A todas luces, se debe buscar el equilibrio en un sistema que funcione en términos de gestión, de servicios, de infraestructura, de marketing y planificación global estratégica. Karl Yunis cree que se deberían establecer uno, dos o tres parques de buena forma, y después replicar el modelo. Según el ecólogo, un ejemplo podría ser el Parque Nacional Conguillío, que tiene visitación constante, pero no está sobrepasado.
 
Hernán Mladinic considera la necesidad de crear un plan de manejo transversal, y desde un punto de vista más práctico, destaca la importancia de definir los roles de los guardaparques —quienes cumplen múltiples funciones—, gestionar mejor los residuos y aprovechar fuentes renovables de energía en zonas aisladas.
 
Es indudable que la alta visitación genera impactos en los parques, pero tampoco se puede negar que ciertos lugares están destinados al uso público. En general, en los parques nacionales de Chile y del mundo, el área de uso público que tiene visitación efectiva es del orden del 1%. Por lo tanto, el impacto que se genera ahí, cuando está bien planificado, es controlado y asumido. Lo importante es preocuparse que el 99% restante del área protegida tenga buenos estándares de conservación.
 
Con muy poca inversión, hasta ahora Conaf se las ha arreglado como puede con todas las limitaciones existentes. Pero las crecientes visitas a sus áreas protegidas exigen un actuar rápido de parte del poder legislativo chileno en orden de instalar una institucionalidad acorde a los nuevos parámetros, y así compatibilizar de forma eficiente e idónea el turismo y la conservación. El desafío es grande, y el tiempo corre.