¿Cómo cuidamos nuestros ríos?

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Rio Simpson. Foto: Matias MondacaRio Simpson. Foto: Matias Mondaca 
 
 
Por Tamara Toro Teutsch

Nota del Editor: La siguiente es la versión completa de un artículo de la 
Edición 20.
 
Lanzo una mosca que flota como una polilla y espero que derive hacia el pozón más cercano. Allí, el agua parece un espejo y en ella puedo ver cómo el cielo cambia de celeste a anaranjado y lila: cae la noche. Mientras desarmamos y guardamos el equipo, un Martín Pescador acecha desde un tronco caído en la playa de enfrente. Emprendemos marcha después de una linda jornada de pesca. Junto a esa cálida satisfacción nos llevamos bolsas con anzuelos, parrillas improvisadas, latas y botellas que encontramos desperdigadas por doquier. Además de devolver a los peces, así intentamos afectar lo menos posible al río.
 
Otras veces no tenemos tanta suerte. Recorremos varios kilómetros en algún río conocido por sus buenos peces y nos encontramos con retroexcavadoras que no sólo enturbian el cauce y hacen difícil la pesca, sino que cambian completamente el curso y el pH del agua, interviniendo el hábitat de los peces y el ecosistema que los acoge. Cada vez que visito un río me pregunto si volveré a disfrutar de sus aguas y vadear su cauce.
 
Río por turnos
Son las seis de la tarde de un miércoles. Gabriel Benoit y su pasajero dan por cerrada la salida a pescar en el río Simpson. Al día siguiente comienza el turno de la retroexcavadora y la turbiedad de las aguas hará muy complicado, o imposible, encontrar truchas. La extracción de áridos se ha vuelto cada vez más común en los ríos de Aysén: la región crece y para satisfacer la voraz demanda de la industria de la construcción varios inescrupulosos ponen sus ojos en los ríos.
 
Este acuerdo de acceso al río, unos días para la pesca y otros para la extracción, surgió cuando la asociación de guías levantó la voz, ya que los trabajos estaban impactando la pesca como actividad comercial. No obstante, cuando las compañías no respetan este compromiso, la única multa que reciben es un día menos de faena extractiva, fácilmente compensada trabajando a mayor intensidad.
 
 
Rio Simpson. Foto: Matias MondacaRio Simpson. Foto: Matias Mondaca
 
 
Si bien esta situación no ha afectado la pesca en el corto plazo, la estela que flota cada vez que se interviene un río deja una capa de sedimentos que a la larga alterará el desarrollo de los insectos acuáticos, y las truchas tendrán que migrar a otras áreas en busca de alimento. Pero quizá más preocupante es que las extracciones de áridos pueden cambiar los cauces de los ríos, lo que podría provocar inundaciones y socavar construcciones. Es la Dirección de Obras Hidráulicas de Chile la que analiza la viabilidad técnica de los proyectos de explotación, pero son los municipios los que reciben solicitudes y entregan permisos de extracción de áridos de un cauce natural que está bajo su jurisdicción.
 
Impacto mínimo
Como diría Maude Barlow de The Blue Planet Project, “los mejores defensores del agua son las localidades y sus ciudadanos”. Campañas de defensa de los recursos hídricos como Patagonia Sin Represas y No Alto Maipo vienen respaldadas por el actuar de las localidades y apoyadas por organizaciones que están poniendo sobre la mesa el tema del cuidado y conservación de biósfera.
 
Los vecinos y las agrupaciones de Coyhaique están organizándose; una demostración más de que los mejores defensores del agua son las localidades y sus propios habitantes. Desde hace algunos años se reúnen en jornadas de limpieza lideradas por algunas personas que aman los ríos y quieren seguir disfrutando sus aguas. El verano pasado recogieron cerca de cinco toneladas de basura en los ríos Simpson y Claro.
 
En Chile, pese a la preponderancia que adquiere la propiedad privada de la tierra, al menos está consagrado por ley que playas y riberas de lagos y ríos son bienes de uso público, al igual que desembocaduras de ríos, cascadas o glaciares. Según la ley, los propietarios de terrenos colindantes con playas de mar, ríos o lagos deberán facilitar gratuitamente el acceso a éstos, para fines turísticos y de pesca cuando no existan otras vías o caminos públicos. Pero muchas veces en la práctica esto no ocurre, y por ello ahora incluso existe la posibilidad de hacer un trámite en línea para denunciar las restricciones. Las multas varían desde $490.000 hasta $4.900.000 aproximadamente. ¿Estamos preparados para este derecho y sus responsabilidades? ¿Quién va a asegurar la calidad del entorno de ese lugar? En mi caso, seguiré acarreando la basura que encuentre para dejar el río mejor que como lo encontré.
 
 
 
 

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