Un documental en defensa del río Santa Cruz

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Por Ana Vallejos
 
Los deshielos del Campo de Hielo Sur —donde reside el imponente e icónico glaciar Perito Moreno— son el punto de inicio del viaje de 385 kilómetros que realiza el río Santa Cruz. Este magnífico cuerpo de agua, completo de meandros, atraviesa la parda estepa Patagonica de oeste a este hasta llegar a desembocar en el océano Atlántico. Durante su recorrido, este río turquesa —la segunda reserva hídrica más grande del mundo— nutre de vida a todos los seres que habitan sus abiertas riveras. Incluyendo especies de aves, reptiles, insectos, así como mamíferos grandes y pequeños. También es el protagonista indiscutible del paisaje, para los pueblos que se han asentado a su lado: comunidades tehuelches, estancieros de ovejas y aquellos que han llegado en tiempos más recientes, todos quienes guardan un particular cariño y apreciación por este río, el último río glaciario libre de la Patagonia Argentina.

Este viaje, que inicia el río en la Cordillera de los Andes, tiene un propósito más que abastecer de agua: transportar nutrientes colmados de minerales (producto del deshielo de los glaciares y la erosión de las riveras) hasta el mar. Alimentando con ellos, cada ecosistema en el camino, junto con la desembocadura y finalmente el océano en sí, que es hogar de la ballena franca así como del macá tobiano, un ave única, y actualmente en peligro de extinción, que depende de la estabilidad de su hábitat para sobrevivir. No obstante, este río (así como los ecosistemas que alimenta) corre peligro. El gobierno argentino, aliado con empresas chinas, planean construir dos mega represas en su cauce. Pese a que las hidroeléctricas, como matriz energética, están cada vez más obsoletas.

  

 
 
Es por esta razón que el 2013 se levanta la agrupación Río Santa Cruz Sin Represas y, a 7 años de lucha, han logrado que el río siga corriendo libre. Sin embargo, la amenaza se acrecienta, por lo que en un intento de aumentar la visibilidad de esta problemática, un grupo kayakistas y activistas ambientales de Argentina, Chile, Alemania y Estados Unidos, acuden al llamado de realizar una travesía que acompañe el viaje del río Santa Cruz. Durante 360 kilómetros, traducidos en 4 días y 3 noches, el grupo rema acompañado de la corriente, para ser testigos de la voz del río y comprender in situ el impacto que significaría el avance de estas dos represas. “Realmente siento que me voy de acá entendiendo la causa de otra manera, entendiendo la gravedad, y esas son herramientas que me van a permitir comunicar de una manera mucho más genuina,” manifiesta uno de los participantes, tras terminada la travesía.
 
Este viaje fue registrado para crear el documental El Último Río de la Patagonia, dirigido por Sofía Nemenmann e Ignacio Otero, un mediometraje que cuenta con una narrativa dinámica y cercana; que a través de su relato, nos hace parte de la cruzada para salvar a la gran serpiente turquesa. A través de lo que los mismos viajeros van conociendo, nos adentramos a comprender la identidad de este río, y la vital importancia de que pueda mantener su ciclo y autonomía sin intervención, para seguir sosteniendo los frágiles ecosistemas que de él dependen. “El extractivismo ve potencial productivo, donde nosotros vemos vida”, resume con una cita el documental, apuntando al centro de lo que ha sido la pugna por ampliar el espectro de lo que significa el “desarrollo”, para que va más allá de un crecimiento netamente económico. El Último Río de la Patagonia, será estrenado este jueves, 8 de Julio, en streaming por el canal de youtube @ÚltimoRíoDocumental, y la invitación es a verlo.