La región de Magallanes alberga una de las pingüineras más importantes de Chile: Isla Magdalena, que reúne la nada despreciable cifra de unos 200 mil pingüinos de Magallanes. Aquí varias razones de por qué hay que visitarla.
Novedad. Antes los turistas que visitaban Punta Arenas sólo conocían las pingüineras de Seno Otway, que son mucho más pequeñas (alrededor de 8 mil ejemplares) y las aves se encuentran muy dispersas. Isla Magdalena, que pertenece al Monumento Natural Los Pingüinos, sólo era privilegio de algunos pocos que llegaban en un crucero, pero ahora un par de empresas están llevando gente en forma regular, incluso con dos ó tres salidas diarias. Y el resultado ha sido todo un éxito.
La navegación. La isla está a 35 kilómetros desde Punta Arenas, en pleno Estrecho de Magallanes. Justamente en esta parte la navegación es compleja, porque se unen las corrientes del Atlántico y del Pacífico. En general la travesía para llegar demora una media hora, pero también pueden ser dos. Es cosa de suerte y todo depende del viento y del clima cambiante de esta zona, pero sea como sea la navegación en sí ya es una buena aventura, que además da la oportunidad de ver toninas overas, delfines australes y aves como petreles, cormoranes y albatros.
Ver pingüinos en el agua. La faceta de nadador de los pingüinos sorprende. Son sumamente ágiles, nadan muy rápido y dan grandes saltos sobre al agua. Al contrario de las aves que vuelan –que tienen huesos huecos para ser mas livianas, plumas largas y grandes alas– los pingüinos poseen huesos más densos, lo que les da mayor peso y les permite mantenerse debajo de la superficie del agua con mayor facilidad. Además tienen plumas muy tupidas, cortas y aletas pequeñas que actúan como propulsores. Debemos recordar que los pingüinos pasan la mayor parte de su vida dentro del mar y casi nunca tocan tierra, excepto en la época de crías y para mudar su plumaje.
La “densidad de población”. Al medio de la isla se encuentra un antiguo faro y un Centro de Interpretación Ambiental. Desde ahí se tiene una excelente panorámica a toda la isla que se ve repleta de pequeños puntos negros. Son estas 65 mil parejas de pingüinos, más sus respectivas crías, que repletan la isla hacia donde se mire. Por lo menos cada dos metros hay un nido, que son verdaderos huecos en la tierra, que limpian y vigilan constantemente.
Encuentros cara a cara. Se puede recorrer un sendero de 800 metros que pasa entre los nidos. Al paso de los turistas algunos pingüinos se arrancan y caminan torpemente rápidos; otros son muy curiosos y se dedican a observar cada movimiento humano, ladeando la cabeza de un lado a otro para mirar con mayor facilidad; otros duermen y no se inmutan por la presencia humana; y, en muy contadas ocasiones, alguno se envalentona y trata de picotear los zapatos de algún visitante si se acerca mucho. Es importante no salirse del sendero para no dañar los nidos y otra regla importante es darles siempre la preferencia y no interrumpir su paso cuando se cruzan por el camino.
Ver romance y peligro. El ya famoso canto de amor de los pingüinos también se da en esta isla, claro que debe ser uno de los cantos menos melodiosos de la naturaleza. Más bien se parece a un gran concierto de burros desafinados. Pero sí son muy coquetos, realizan gestos de reverencia, movimiento de cuello y suelen limpiarse uno al otro. Los pingüinos son monógamos y mantienen lazos de largo duración, donde las hembras eligen al macho con el que se aparearon el año anterior. Los machos llegan primero para arreglar el nido y un par de semanas después llegan las hembras, se aparean y las hembras ponen dos huevos que incuban por unos 40 días. Ahí comienza la etapa más difícil para ambos padres, ya que pasan largas hambrunas, se debilitan y se desvelan tratando de cuidar el nido de los depredadores. En esta isla los mayores problemas son otras aves como las gaviotas y skúas, que aprovechan cualquier descuido para robar los huevos e incluso atacar los pichones cuando nacen.
Visitar la isla del frente. Isla Marta está a pocos minutos de navegación desde Magdalena, también pertenece al Monumento Natural los Pingüinos y también forma parte de la visita que realizan las embarcaciones. Claro que acá no se desciende, pero sí se observa muy de cerca una colonia de bulliciosos y peleadores lobos marinos y, en los riscos, una enorme cantidad de aves marinas.
Con la llegada del otoño, a fines de marzo, el pingüino de Magallanes deja su lugar de reproducción para embarcarse rumbo al norte, en busca de aguas un poco más tibias y donde haya más horas de luz para poder alimentarse. Pero cada año regresan con una puntualidad impresionante, siempre para repetir el mismo ciclo y siempre para deleitar a todo aquel que tiene la suerte de visitarlos en su casa patagónica.
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Datos útiles
-La temporada de pingüinos va de octubre a fines de marzo. Recomendamos dos empresas, ambas con embarcaciones nuevas y mucha experiencia para sortear estas aguas. Ambas cobran alrededor de $35.000.
Waia Expeditions. www.waiapatagonia.com. F: (61) 222695.
Solo Expediciones. www.soloexpediciones.com. F: (61) 262281.
-La expedición dura alrededor de tres horas considerando los traslados, pero también podría extenderse más en caso de una mala navegación. Lleve ropa abrigada y ojalá resistente a la lluvia.
-Las embarcaciones son pequeñas y pueden moverse bastante, así que las personas con tendencia al mareo pueden considerar una pastilla contra el mareo para que la travesía no se convierta en un mal recuerdo.