Parte de la zona que será resguardada en Aysén. Foto: Fundación Kreen
Por Patricio Segura
En estos convulsionados días, donde la planificación de la reactivación económica avanza sobre la base de mayor extractivismo, se agradecen las buenas noticias. Y una de ellas es que se constituya una nueva área protegida, algo fundamental si concordamos en que las crisis climática global y ecosistémicas locales se sustentan en la descarrilada intervención de la naturaleza. Tanto así que debiéramos pasar a un estado de subsidiariedad de lo artificial: ante la disyuntiva de intervenir o no intervenir la naturaleza, la primera opción a evaluar siempre debe ser no impactar. Lo anterior es, precisamente, a lo que apuntan, por ejemplo, las soluciones basadas en la naturaleza.