Delfines y ballenas correrían peligro en caso de aprobarse la incorporación de tronadura en Mina Invierno

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La Prensa Austral Desde hace 15 años Juan Capella trabaja en el estudio de los cetáceos, específicamente en la población de 152 ejemplares de ballenas jorobadas, que son protegidas por el Estado de Chile como monumento nacional. Cada animal está identificado y catalogado con un nombre, y muchos de ellos llevan un radar satelital a través del cual se puede reconocer su trayectoria, cuando en el invierno magallánico migran hacia América Central. Allí en la Fundación Yubarta, Colombia, Capella junto a otros profesionales observan estos mismos cetáceos para comprender su comportamiento y estado de salud. 

“Yo trabajo en la zona no solamente con ballenas sino también con varias poblaciones de delfines que viven en el seno Otway, en el Skyring y el canal Fitz Roy, a unos pocos kilómetros del sitio en donde Mina Invierno pretende implementar las tronaduras”, explica el biólogo marino y su crítica se basa en que en la declaración de impacto ambiental no está incorporado el análisis de las consecuencias que pueden acaecer sobre estos animales marinos. “Solamente mencionan algo de la fauna terrestre y creo que eso es un hecho bien preocupante porque denota que hay poca seriedad en la declaración. Cualquier proyecto serio en cualquier país serio se incorpora por lo menos para evaluar si tiene efectos o no sobre este tipo de fauna”, sentencia Capella. 

El biólogo afirma que un elemento que no aparece en la declaración es que las frecuencias que van a producir esas detonaciones son justamente las de los delfines y las ballenas jorobadas. Hay todo un sistema de comunicación a través del sonido y adaptación al ambiente que se transmite a través de frecuencias que emiten los animales. Y al incorporar otros ruidos que contaminan su hábitat puede ocasionar serios problemas. 

“Las ballenas están durante el verano y parte del invierno austral, si sólo hubiera ballenas uno podría pensar que las tronaduras se pueden hacer durante los otros seis meses, pero ellos calculan un máximo de cuatro tronaduras semanales durante el período de vida del proyecto que son más o menos quince años. Eso significa que son 3.100 tronaduras en todo el periodo y va a ser a lo largo de todo el año. Entonces va a coincidir en el período que están las ballenas, además las tres especies de delfines que habitan esa zona están todo el año”, explica Juan Capella. 

“Yo no es que me oponga a este proyecto, pero sí me opongo a la chapucería y a la torpeza. Si se dio una institucionalidad para evaluar si estos proyectos son viables ambientalmente, que se haga bien. Hay muchos estudios, mitigaciones y monitoreo que deben hacerse y si en contra de las condiciones ambientales, el proyecto se aprobara es necesario que se dé a conocer y sea algo bien explícito para la comunidad”, concluye el experto. Leer mas..
 
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