¿Por qué la obsesión de Latinoamérica por las represas?

Imprimir
Guardian - Durante abril de 2014, las lluvias fueron monumentales. Para principios de mayo, los operadores de la represa de 219 MW Cachoeira Caldeirão, que estaba construyéndose en el remoto estado de Amapá en Brasil, sabían que los niveles del río Araguari se encontraban peligrosamente altos. Si no se retiraba algo de agua de inmediato, la represa entera podría colapsarse. No habría ningún peligro para la población porque toda la escorrentía sería absorbida por otras dos represas río abajo, pensaba la compañía de energía hidráulica.
 
Las comunicaciones fallaron y nadie advirtió al pequeño pueblo de Ferreira Gomes, situado en las orillas del Araguari a casi 50km de distancia.
 
El 7 de mayo, siente horas después de que un torrente de millones de galones de agua saliera del casetón temporal, el Aguario subió cinco metros. Ferreira Gomes se inundó; algunos edificios públicos fueron arrasados, más de mil hogares y otros edificios quedaron bajo el agua y miles de personas fueron evacuadas. 
 
Hoy en día quedan pocos rastros de esa inundación en Ferreira Gomes y, vista desde el aire, la reserva de la represa de 30km cuadrados, rodeada de exuberante selva tropical ecuatorial, parece bastante natural. Pero el accidente fue para Moroni Remuyna y muchos otros habitantes la prueba de que las grandes represas son peligrosas para la población y el medio ambiente, y que no traen desarrollo. 
 
“La historia de la construcción de represas ha sido de incompetencia, avaricia, ilegalidad y brutalidad,” dice Remuyna.
 
Él trabaja con el Movimiento de los Afectados por las Represas (Movimento dos Atingidos por Barragens), una ONG brasileña comunitaria que se opone a las represas inadecuadas. Dice que la primera represa que se construyó en el Araguari fue también la primera en la cuenca del Amazonas. “Fue en 1979. A las personas se le prometió compensación cuando se vieron forzados a desplazarse, pero nadie recibió nada.
 
“En 2010 construyeron una segunda represa más grande sobre el río. Hubo más deforestación y muerte masiva de los peces. Más gente se vio obligada a desplazarse y el río nunca se ha recuperado ecológicamente. Ahora estamos peor que antes,” Remuyna dijo a The Guardian a principios de este año. Leer mas..
 
Related articles :