Chile en llamas

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Foto: Incendio en Torres del Paine, por Arturo Storaker
 
El incendio en el Parque Nacional Torres del Paine, con ya 13 mil hectáreas de bosque nativo y estepa arrasadas, nos alerta sobre la falta de preocupación que tenemos como país por nuestro hermoso y frágil territorio, donde el amor por la naturaleza nos embarga sólo cuando lo vemos amenazado o en catástrofes como ésta.  Nos movilizamos cuando sentimos en la piel la posibilidad de perderlo o, como en el caso del extremo austral, cuando el horror llega hasta nuestro cómodo living y no nos queda más que pedir que un tercero real o ficticio nos ayude, llámese éste divinidad, lluvia o colaboración internacional.
 
Falta de preocupación porque está claro que disponer de menos de mil pesos para combatir los incendios forestales en cada una de nuestras 13,4 millones de hectáreas de bosque nativo es la nada.  La nada en un país que se jacta de su exuberante biodiversidad, que lamentablemente pareciera mantenerse sólo por su abundancia original y no necesariamente porque como nación estemos a la altura de las circunstancias, más allá de los aportes individuales.
 
Debo declarar algo: al igual que la mayoría de los chilenos nunca he estado en Torres del Paine.  Nunca he tenido la oportunidad de visitar esa tierra y mi conocimiento se sustenta en las imágenes y relatos de quienes se han maravillado con ellas.  Y a pesar de esto no se me ocurriría plantear que como no ha estado al alcance de mi bolsillo recorrerlas me es indiferente que desaparezcan diez, mil, trece mil o 50 mil hectáreas de su hermosura.  Sí conozco Aysén y si esa zona tiene sólo un 50 % de la hermosura de este territorio, duele en el alma lo que está ocurriendo.
 
Pero no sólo se están quemando las Torres del Paine.  También arde la región del Bío Bío, con cinco focos de incendio que a estas alturas han consumido ya unas 10 mil hectáreas, incluso con una persona fallecida y cientos de desplazados.  Y así suma y sigue.
 
Y aunque hoy Chile esté en llamas, no sólo fuego es el que consume nuestra patria.  El fuego es sólo el reflejo de la lucha que debemos dar día a día, porque prender un fósforo en un bosque no es la única forma de perder un país.
 
Por ahí escucho que el diputado UDI Carlos Recondo propuso privatizar los parques nacionales porque en su opinión los privados serían más eficientes para proteger la naturaleza.  Un irónico Mario Waissbluth twitea que el mismo parlamentario plantearía privatizar las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, mientras Giorgio Jackson propone el hashtag #podriamosprivatizar para elevar la tontera del legislador a la categoría de best seller en la plaza pública 2.0.   Estamos perdiendo Chile de a poco porque privatizar es justamente entregar a uno -o a unos pocos- lo que antes era de todos.
 
Luego me llegan historias de una segunda Israel en la Patagonia, por tanto mochilero de tal nacionalidad que se viene por estos lados terminado su servicio militar.  Coletazos de la formalización de Roter Singer como  responsable del incendio en Torres del Paine.  De ahí a reflotar el Plan Andina hay un solo paso, y comienza la razia anti israelita en las redes sociales de la mano de la anti judía.  Aunque lamentablemente muchos jóvenes de ese país que visitan año a año la Patagonia no aportan mucho con su comportamiento a desterrar el prejuicio (múltiples son las historias de su aprovechamiento de los pobladores locales con el fin de ahorrar unos pesos o dólares), este encono dirigido a la nacionalidad y a la religión también nos hace perder Chile.  Porque el odio por el otro debido a su origen relega el sentido de la colaboración y deja paso al de la competencia.  Lo colectivo es reemplazado por lo individualista, la confianza por la sospecha.  Y con ello, todos perdemos.
 
Y en los próximos días la Comisión de Evaluación Ambiental de Aysén deberá resolver sobre el EIA de Energía Austral, sobre la represa Cuervo.  Un proyecto que haría desaparecer los lagos Yulton y Meullín en un solo gran embalse de 13 mil hectáreas.  Dos de los lugares menos intervenidos de la región de Aysén, eventualmente doblegado bajo el interés de una empresa minera que ha visto en este territorio un gran negocio.  De concretarse, perderíamos otro pedazo de Chile.
 
Está claro que no son éstas buenas señales para el año que comienza.  Pero cuando uno tiene claridad que seguirá  viviendo por siempre en este territorio con forma de calcetín, muchas veces no hay alternativa, se debe insistir en la construcción  del país que se anhela. 
 
Es cando uno se da cuenta que las únicas opciones son seguir… o seguir.
 
Patricio Segura es director de comunicaciones de Aisen Reserva de Vida Coalicion
 
 

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