Volcanes cubiertos de nieve, termas naturales y un exuberante bosque templado, hacen del parque nacional Puyehue, ubicado en la región de Los Lagos-Chile, uno de los principales lugares para viajes de aventura.

 

El parque y el volcán Puyehue, con sus 2236 metros de altura, son partes de la cadena montañosa conocida como el Cordón del Caulle el cual se transformó en un paisaje sacudido por actividad volcánica.  Aquí el 4 de junio del 2011, entró en erupción un nuevo cráter, lanzando una nube de cenizas de 10 kilómetros hacia el cielo. Durante un prolongado período de tiempo, especialmente en lado andino de Argentina que recibió gran parte de las cenizas, el turismo y las rutinas cotidianas del lugar se vieron severamente afectados. 

 

Ahora, dos años y medio después, la vida en la región vuelve a moverse. Los brotes vegetacionales y la vida silvestre retornaron, logrando una increíble recuperación. Tanto es así que el volcán Puyehue y el cordón del Caulle son, en sí mismos, un floreciente destino turístico, que es atendido por una emprendedora agencia operadora local, Patagonia Expeditions.

 

Esta compañía ha llevado a un nuevo nivel el viejo adagio acerca de transformar una crisis en una oportunidad. Cuando la alerta roja se levantó Patagonia Expeditions, en lugar de renunciar al negocio, llevó viajeros caminando o en caballo hacia las cercanías del ardiente volcán para presenciar estas transformaciones geológicas de cerca.

 

Recientemente, me uní a uno de sus viajes. Es un día lluvioso y nuestro guía, Cristian Baumeister, chileno de treinta y pocos años y socio de Patagonia Expeditions, reúne a nuestro grupo en un círculo a su alrededor para prepararnos, al interior del Lodge Anticura. “Lo que vamos a hacer es intenso, pero será divertido”, nos dice.

 

Antes de la jornada, te puedes abastecer de comida y otros suplementos para la caminata en el lodge, y obtener una lección de geología en el museo colindante.  El trayecto es una caminata y/o cabalgata de medio día para acceder a las laderas del volcán. En la estación seca del verano, la excursión es de mediana intensidad. Pero en días con precipitaciones como hoy, es un desafío aún mayor. “Vamos a tomar nuestro propio tiempo para subir”, dice Baumeister tranquilizando al grupo.

 

Después de finalizar el recorrido por el museo que documenta el dramático cambio del antes y después de la erupción, nos colocamos las capas de agua y sombreros yendo al comienzo del sendero donde nuestros caballos aguardan.

 

 

Cabalgamos a través del campo, pasando rebaños de ovejas y otros animales de granja. Delante de nosotros se abría una pequeña abertura que daba paso a un frondoso bosque. Por ahí entramos a un pasadizo lleno de coihues, ulmos y tepas. Aparte el sonido de la lluvia golpeando las hojas y nuestras cabalgaduras chapoteando y arrastrando sus piernas fuera del barro para dar el siguiente paso, era una mañana tranquila. En ocasiones, cuando el bosque se abría, realizábamos pausas para tener una tremenda panorámica con vista sur hacia los volcanes Casablanca, Tronador, Puntiagudo y Osorno.

 

Después de ascender a un ritmo constante y por varias horas, la lluvia comenzó a caer fuertemente, y luego de que cruzamos un par de pasos más en zigzag entrabamos a un largo espacio de amarillos pastizales con nubosa visibilidad. A través de la llovizna, vimos nuestro refugio, una pequeña cabaña de madera con 16 camas donde pasaríamos la noche.

 

Una vez terminado el almuerzo en la cabaña, comenzamos la marcha por un zona a la sombra de la nevada cumbre del volcán Puyehue, que conserva impresionantes trazos de la erupción de 1960, y la más reciente, que generó un nuevo cráter de 2.3 kilómetros de largo, un paisaje lunar en su alrededores con ríos de lava solidificados y que cubrió de cenizas a sus glaciares. 

 

Distinguibles son los practicantes de snowboard y ski que realizan esta travesía en invierno, deseosos de impulsarse cuesta abajo del cráter del volcán Puyehue sólo para volver a subirlo y lanzarse por sus laderas nuevamente. En los meses estivales, un pequeño cráter en la base del volcán contiene agua lluvia de la temporada húmeda y sirve como un refrescante lugar tras la caminata.

 

El sol comienza a desaparecer y era tiempo de retornar al refugio para pasar la noche. Sentíamos el dolor en nuestros músculos mientras nos agrupábamos alrededor de la estufa a leña, bebiendo vino caliente y contando historias. Junto con el último madero que empezó a desparecer, nos subimos a nuestras literas y comenzábamos a dormir con el sonido de la lluvia golpeando levemente en el techo de aluminio.

 

Para mí fue muy difícil salir de la confortable comodidad de la cama a la mañana siguiente. Más tarde, de vuelta en el lodge Anticura, relajándome delante de un fuego crepitante y con una fría cerveza en la mano junto a  mis nuevos amigos, repentinamente me doy cuenta que la lluvia y el barro realmente no fueron tan malas cosas después de todo. Más bien, resuelvo volver alguna vez nuevamente para ser testigo de este pedazo de tierra que ahora hace erupción con renovada vida.

 

La caminata y cabalgata puede ser realizada todo el año, pero el mejor tiempo para ir (y habitualmente el más solicitado) es primavera y verano. Hay que llevar mochila, saco de dormir y ropa apta para el frio, viento y lluvia, condiciones típicas de la alta montaña en el sur de Chile. Es posible llegar al Lodge Anticura en buses locales (6.000 pesos) saliendo desde Puerto Montt y Osorno. La expedición Puyehue-Cordón del Caulle cuesta 90.000 pesos e incluye guías bilingües, comida para dos días, raquetas de nieve y seguros (www.patagoniaexpeditions.cl).

 

En Osorno, Sonesta Osorno, cinco estrellas, cuarto doble, 85.000 pesos con desayuno (www.glhotels.com). En Anticura, Cabañas Anticura, independientes, 35.000; en dormitorio 10.000; camping 3.500 (www.anticurachile.cl); Termas de Aguas Calientes, cabañas calefaccionadas, desayuno e internet, 24.000 (www.termasaguascalientes.cl)