Por Elsa Cabrera y Juan Carlos Cárdenas
Cabrera es directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetácea y Cárdenas es director ejecutivo del Centro Ecocéanos-Chile.
El varamiento de ballenas muertas por causas humanas siempre constituye una pérdida lamentable. Son especies que aún no se recuperan de los impactos negativos producidos por la caza de ballenas. Pero si se trata de una cría de ballena franca austral de la población del Pacífico suroriental podemos afirmar con certeza que es una verdadera tragedia.
Con una población estimada en menos de 50 individuos maduros, esta especie fue clasificada En Peligro Crítico por la Unión Internacional para la Conservación de Naturaleza (UICN) en 2008, tras una serie de registros reunidos a través de la Red de Avistamiento de Mamíferos Marinos de Chile creada por el Centro de Conservación Cetacea (CCC), que actualmente se encuentra a cargo de la Armada de Chile.
Por lo tanto, la cría muerta por enmallamiento en redes de pesca y posible colisión con una embarcación en Melinka (región de Aysén, Patagonia chilena) constituye una situación de la mayor gravedad para la biodiversidad del planeta. Su pérdida impacta significativamente su recuperación a largo plazo pues reduce considerablemente la tasa de crecimiento y diversidad genética de una población que ya se encuentra en peligro de extinción.
Origen de las ballenas francas de Chile y Perú
Las ballenas franca, también conocidas como right whales o ballenas correcta, obtuvieron ese nombre porque se las consideraba las apropiadas para cazar. Su conducta costera, natación lenta y abundante capa de grasa, las convirtieron en el blanco perfecto de antiguos cazadores vascos desde el siglo V. En el siglo XVIII las poblaciones europeas y norteamericanas de ballenas franca habían disminuido considerablemente por lo que el descubrimiento de la población de Chile y Perú a finales de 1790 produjo una estampida de naves balleneras extranjeras. Para 1850 la especie había desaparecido prácticamente de estas costas y desde entonces no evidencia signos de recuperación.
Los registros ocasionales y la ausencia de muestras biológicas mantuvo restringido el conocimiento científico sobre la población presente en el Pacífico suroriental hasta 2017, cuando CCC atendió el varamiento de un macho adulto muerto a causa de enmallamiento en redes de pesca (Carelmapu, región de Los Lagos). En esa ocasión se obtuvo la primera muestra de tejido de esta población para su determinación genética. El análisis entregó resultados insospechados que la vinculan tanto a las ballenas franca austral del Indo-Pacífico (Australia-Nueva Zelanda), como a la población del Atlántico que llega a reproducirse a las costas de Argentina, Uruguay y Brasil.
Este dato constituye un llamado de alerta para los Estados, la comunidad científica y conservacionista. Evidencia que las ballenas franca avistadas en Chile y Perú no son el resultado de la recolonización de ballenas provenientes de otras poblaciones en mejor estado de conservación, sino que constituye una población remanente, única y muy diezmada, que requiere de la implementación de medidas urgentes de protección para evitar su desaparición.
Iniciativas de Conservación
Tras la clasificación de la UICN, la ballena franca austral de Chile y Perú fue integrada en 2012 a los Planes de Conservación y Manejo del Comité de Conservación de la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Éstos están enfocados en elaborar e implementar medidas para evitar la extinción de especies de cetáceos en peligro crítico y en el caso de la ballena franca austral del Pacifico suroriental, indica claramente que para avanzar en la recuperación de esta población no debe registrarse ninguna mortalidad por causas humanas. Para fortalecer este esfuerzo internacional, en 2018 los gobiernos de Chile y Perú adoptaron un Memorándum de Entendimiento para coordinar acciones que permitan brindar máxima protección a la especie en su rango de distribución.
Adicionalmente, desde 2008 todas las especies de cetáceos en Chile están protegidos por la Ley 20.293, más conocida como Santuario de Ballenas, promulgada bajo el gobierno de la presidenta Michele Bachelet tras una exitosa campaña liderada por CCC, Centro Ecoceanos y la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile (CONAPACH). Además de protegerlas permanentemente de la caza, el artículo 3(b) de la ley establece “la protección de espacios claves para el desarrollo de sus ciclos de vida, implementando medidas adicionales de protección en los lugares de cría, apareamiento, cuidado parental, alimentación y rutas migratorias.” Para ello, el artículo 3(d) afirma que “…se fomentará la creación de áreas marinas costeras protegidas…”
Interacciones pesqueras letales para las ballenas franca austral
El ballenato registrado en Melinka es el segundo individuo de ballena franca austral muerto enmallamiento en redes de pesca. Adicionalmente, el ballenato presentaba diversos cortes abdominales concordantes con la hélice de una embarcación marina, sugiriendo que también podría haber sufrido una colisión fatal. Tanto los enmalles en aparejos de pesca como las colisiones con embarcaciones son dos de las principales amenazas para los cetáceos en el mundo y las aguas chilenas no son la excepción.
El país es uno de los principales exportadores de productos marinos a nivel global. En el norte y centro del país, las principales pesquerías que interactúan con ballenas son las pelágicas, que emplean redes de cerco para capturar anchoveta(Engraulis ringens), sardina común(Strangomera bentincki) y jurel (Trachurus murphyi). En las regiones centrales y australes se emplean redes de arrastre de fondo, media agua, agalleras y trampas, así como redes de deriva (aunque son ilegales) para capturar especies demersales.
Dentro de las principales interacciones negativas entre mamíferos marinos y pesquerías se encuentran el emallamiento en redes de pesca. En Chile ya existen tres registros de ballenas franca austral enmalladas en redes de pesca. En 2014 un ejemplar fue registrado enmallado vivo en la zona central del país. A pesar de los esfuerzos realizados por la Armada de Chile, el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) y el CCC para reubicarlo y desenmallarlo, no pudo ser avistado nuevamente. En 2017 varó en Maullín un ejemplar muerto a causa de enmallamiento en redes de pesca. Y en junio pasado (2023) se sumó el ballenato muerto en Melinka por la misma causa, y con signos de colisión con embarcación.
La expansión de la salmonicultura industrial chilena, una amenaza creciente para los mamíferos marinos
La expansión en las áreas marinas por la mega industria salmonera en casi dos mil kilómetros lineales de costa en el sur de Chile, generan acumulativos procesos de contaminación química y orgánica, así como destrucción de áreas críticas para las diversas especies de mamíferos marinos.
La expansión en las áreas marinas por la mega industria salmonera en casi dos mil kilómetros lineales de costa en el sur de Chile, generan acumulativos procesos de contaminación química y orgánica, así como destrucción de áreas críticas para las diversas especies de mamíferos marinos.
Después de la minería, la salmonicultura industrial es la segunda actividad más relevante de la economía chilena, con cerca de 1,400 concesiones en el sur del país, distribuidas entre 41ºS hasta 54ºS. El país es el segundo productor mundial de salmónidos después de Noruega. Entre 1990 y 2020, esta mega industria ha incrementado sus volúmenes de producción en 3.600%, debido a una agresiva y poco regulada estrategia de expansión territorial en áreas costeras de la Patagonia chilena, incluyendo áreas marinas protegidas.
Producto de esta ocupación industrial de casi dos mil kilómetros lineales de costa, se han generado acumulativos procesos de contaminación orgánica y química. A esto se suma la destrucción de estas áreas vulnerables debido al uso de infraestructura asociada a la actividad acuícola intensiva, como la instalación de balsas-jaula, pontones, puertos, muelles flotantes, terminales de abastecimiento de combustible, anclajes, cabos de fondeo, boyas y redes para repeler lobos marinos comunes. Estas y otras estructuras convierten estas zonas en verdaderas trampas mortales para delfines, ballenas y otros mamíferos marinos. De manera similar, el aumento del transporte marítimo asociado a la salmonicultura no sólo afecta las rutas migratorias y patrones de movimiento de los cetáceos, sino que incrementa una de las mayores amenazas para estos mamíferos marinos como es la colisión con embarcaciones.
Así lo afirma el reporte del taller de expertos de ballena franca austral realizado en 2022 por la CBI en el marco del Plan de Conservación y Manejo. Éste destaca que la degradación del hábitat, la contaminación química y el aumento del transporte naviero asociado a la salmonicultura son amenazas emergentes y graves para la conservación y recuperación de la población remanente de ballena franca austral presente en aguas chilenas.
Por ello, la proyección del Ministerio de Economía de incrementar las producciones chilenas de salmónidos a 1,2 millones de toneladas anuales, principalmente en las regiones de Aysén y Magallanes significará un incremento sustancial en los diversos impactos de esta industria sobre especies en peligro de extinción que habitan ese maritorio patagónico, como la ballena franca de Chile y Perú.
Pesca, salmonicultura intensiva y ballenas: implicancias para el Acta de Protección de Mamíferos Marinos de EEUU
En 2016 el gobierno de Estados Unidos dictaminó, bajo el Acta de Protección de Mamíferos Marinos, que los países pesqueros que exportan productos al mercado norteamericano deben cumplir con los estándares de protección de ese país para estas especies. A partir de 2024, el Estado chileno deberá acreditar que sus producciones pesqueras y acuícolas exportadas a EEUU no causan daño a las especies de pinnípedos, fócidos, mustélidos y cetáceos presentes en aguas chilenas.
Actualmente, existen 46 producciones pesqueras y tres de salmónidos provenientes de aguas chilenas que están clasificadas por la Agencia Norteamericana de los Océanos y la Atmósfera (NOAA) de EEUU en la categoría de “export” (exportación). A partir del 1ro de enero del 2024, el gobierno chileno y las empresas involucradas deberán demostrar a los consumidores, el mercado y autoridades norteamericanas que sus estándares ambientales y productivos no constituyen una amenaza para los mamíferos marinos presentes en sus áreas de operaciones.
Sin embargo, el número de ejemplares de mamíferos marinos muertos en general, y de ballenas franca austral en particular, que mueren en artes de pesca y por interacción con actividades de salmonicultura industrial constituye una verdadera “lista roja” que refleja la gravedad del problema. Por ello resulta evidente la urgencia de avanzar en el mejoramiento de los estándares de ambas industrias, tanto para cumplir con los requerimientos del gobierno de EEUU para evitar sanciones comerciales a las exportaciones pesqueras chilenas, como para cumplir con los objetivos de conservación establecidos en la ley que creó el santuario de ballenas de Chile.
Chile, al borde de extinguir en sus aguas una especie emblemática de ballena
Los resultados de las investigaciones realizadas por el CCC durante las últimas décadas demuestran que en la región austral de Chile existe una importante presencia de ballenas franca austral, por lo que es imperativo adoptar medidas de protección en dichas áreas que les brinden oportunidades para cumplir con sus ciclos vitales y evitar su desaparición.
Sin embargo, el actual contexto de agresiva expansión de las operaciones de salmonicultura industrial y actividades de pesca destructivas, monitoreadas desde el año 2000 por el Centro Ecoceanos, socavan los esfuerzos de conservación internacionales y binacionales orientados a la recuperación de esta singular población de ballena franca austral. Adicionalmente, infringen lo establecido en la Ley de Protección a los Cetáceos de Chile o santuario de ballenas.
De no solucionarse la falta de previsión y el control de las diversas amenazas antropogénicas de parte del Estado chileno responsable bajo la ley de su protección, podríamos ser testigos del primer caso de extinción por negligencia gubernamental de una especie de ballena en aguas del hemisferio sur durante el siglo 21.
A 15años de la creación del santuario de ballenas de Chile, todo indica que ahora es el momento de evitar esta catástrofe y dar los pasos necesarios para que la participación ciudadana y la cooperación binacional e internacional aseguren el cumplimiento real y eficiente de protección a las ballenas y sus ecosistemas asociados, exigido bajo la legislación nacional.