Foto: Cristian Larrere
Por Lily Alford
Esta es una escena que a primera vista parece siniestra. Estamos en una playa envuelta en un fino manto de niebla que intenta desteñir el color de las rocas de acero y las algas ocres de las islas cercanas, con el frío de las olas del Pacífico azotando un barco lleno de brillantes chalecos salvavidas.
Sin embargo, los protagonistas de la escena en blanco y negro son demasiado alegres para permitir que se instale el miedo; "¡Ciao pinguïnos!" grita uno de los pasajeros más jóvenes del viaje en barco, en medio de la algarabía del grupo.
Los islotes Puñihuil y sus graciosos habitantes, enclavados en una caleta frente al Pacífico de la isla de Chiloé, al sur de Chile, están a sólo una hora de viaje en ferry desde Chacao.
Foto: Lily Alford
Los islotes Puñihuil y sus graciosos habitantes, enclavados en una caleta frente al Pacífico de la isla de Chiloé, al sur de Chile, están a sólo una hora de viaje en ferry desde Chacao.
Este es el único lugar conocido donde las especies de Magallanes y Humboldt comparten un lugar de cría, y se pueden distinguir por las dos líneas negras en el pecho de un Magallanes en lugar de la única línea de los Humboldt. Los pingüinos anidan y se reproducen aquí entre octubre y mediados de marzo, por lo que febrero es un buen mes para visitarlo si quieres ver la primera oleada de polluelos nacidos, como hice yo.
Si quieres una explicación detallada de los hábitos y el hábitat de los pingüinos, incluida la historia de las islas y su reconocimiento como un monumento natural por el estado de Chile, asegúrate de coger un asiento en la parte delantera del barco. Mis padres ingleses y yo (que de todas formas no habríamos entendido la explicación en español) estuvimos más que contentos de sentarnos detrás, junto al motor, y observar el mundo que nos rodeaba.
Al hacerlo, descubrí que este rincón incoloro del mundo, en verdad, rebosa de luminosidad, ya sea el pico y las patas rojas de un cormorán atravesando el cielo, la cabeza amarilla de una bandurria o los estallidos de color de las plantas herbáceas en flor que coronan los acantilados de estas solitarias islas.
Foto: Lily Alford
Foto: Lily AlfordNuestra excursión fue guiada por Ecoturismo Puñihuil, al precio de 9.000 pesos chilenos por persona y una media hora inolvidable. Esta empresa es la primera que nos encontramos al llegar a la playa y nos hizo subir al siguiente barco que salía, ya que no habíamos reservado con antelación. Hay otros dos proveedores de excursiones en la playa, así como algunos restaurantes y alojamientos.
Aunque hay acceso por carretera a Puñihuil tanto desde Ancud como desde Castro, yo recomendaría tomar la W-20 y la W-220 desde Ancud para un viaje más cómodo. La carretera está asfaltada y tiene amplias vistas del Pacífico. También vale la pena detenerse en Ancud para echar un vistazo o tomar un café (¡Café Blanco fue nuestra elección!) en el camino.









